lunes, 1 de noviembre de 2010

PACTO ASOCIATIVO DE LA INTERNACIONAL DE FEDERACIONES ANARQUISTAS

PACTO ASOCIATIVO DE LA INTERNACIONAL


DE FEDERACIONES ANARQUISTAS



La I.F.A. es una organización internacional de federaciones anarquistas que se vincula, por su pacto asociativo y su acción, en los principios de la Primera Internacional anarquista, constituida en Saint-Imier en 1872.

La I.F.A. lucha por:

- Abolir toda forma de autoridad, cualquiera que sea, económica, política, social, religiosa, cultural, sexual, etc.

- Construir una sociedad libre, sin clases ni Estados ni fronteras, fundada sobre la base del federalismo libertario, la ayuda mutua y la solidaridad.

La acción de la I.F.A. se basará siempre, tanto en la teoría como en la práctica, en la acción directa contra el parlamentarismo y el reformismo.

Las federaciones adherentes a la I.F.A. se comprometen a desarrollar entre ellas la solidaridad más eficaz en todos los campos, a apoyar y coordinar todas las iniciativas, a suministrar una ayuda regular y constante a la I.F..A. y a su secretariado, a desarrollar, a escala mundial, la acción anarquista. Cada federación es autónoma en su desenvolvimiento y en el desarrollo de la propaganda.

Para adherirse a la I.F.A. una federación debe:

- Identificarse con el pacto asociativo y la acción definidos en sus congresos.

- Presentar su petición al secretariado de la I.F.A., que se encarga de comunicarlo a todas las secciones. A falta de oposición por parte de las federaciones adherentes, formulada en el espacio de seis meses, la adhesión es efectiva inmediatamente. Deberá ser ratificada, por unanimidad, en el congreso siguiente. En caso de oposición, sólo el congreso puede re-examinar la petición de adhesión. La condición de sección de la I.F.A. implica el pago de una cotización, cuyo importe será determinado en congreso.

La I.F.A. desea la existencia de una sola federación por país, pero no reconociendo la geografía política, impuesta por los Estados, acepta la formación de otras federaciones en un mismo territorio, siempre y cuando la federación ya adherente no formule oposición.

La I.F.A. acepta la adhesión de federaciones plurinacionales que entienden, de esta forma, desarrollar en el interior de un área geográfica o lingüística contigua, la práctica del internacionalismo anarquista.

En caso de constatación por el secretariado de falta de actividad durable y confirmada por parte de una federación adherente a la I.F.A., éste se encarga de comunicarlos a todos los miembros de la I.F.A. En ausencia de oposición por parte de las federaciones adherentes, formulada en el espacio de seis meses, la baja será considerada efectiva; deberá ser ratificada, por unanimidad, en el congreso siguiente. En caso de oposición, sólo el congreso puede re-examinar esta baja.

En el caso de una vuelta a la actividad que fuese constatada, esta federación puede volver a proponer su adhesión a la I.F.A. conforme al pacto asociativo.

Ante la inexistencia de organización federada de ámbito nacional, pueden adherir a la I.F.A. también grupos que se comprometen, en el área del territorio de referencia, a crear federaciones. Esta adhesión no puede ser más que provisional. Las federaciones de la I.F.A. se reservan el derecho de reconsiderar esta adhesión en el marco de su congreso, si el grupo en cuestión no ha llegado aún a constituir una federación. En caso contrario, la nueva federación deberá hacer su petición de adhesión a la I.F.A.

La I.F.A. mantiene lazos cordiales con el conjunto del movimiento libertario mundial en su lucha contra todas las formas y estructuras de dominación (cambio de información, solidaridad, etc.) y puede invitar a delegaciones para asistir a sus trabajos.

La I.F.A. se reúne en congreso por lo menos cada tres años; el congreso decide las orientaciones y los ejes de acción de la I.F.A. por unanimidad. Un año antes de su celebración, una reunión conjunta del secretariado con los delegados encargados de relaciones internacionales de las diferentes federaciones, define el orden del día, la fecha y el lugar del congreso de la I.F.A.

El congreso delibera bajo las iniciativas propuestas por la organización y confía, por unanimidad, el secretariado de la I.F.A., encargado de la aplicación de los mandados del congreso, a una federación adherida que nombrará sus miembros. El secretariado, además, tiene por tarea mantener los contactos con los encargados de relaciones internacionales en sus diferentes federaciones adheridas, que se reúnen, conjuntamente o por áreas geográficas, por lo menos cada seis meses.

El secretariado representa a la I.F.A. y tiene la tarea de trabajar a la vez por su difusión y por su desenvolvimiento. Además:

- Estimula los contactos y el debate interno en la I.F.A.

- Indica los casos en que es necesario desarrollar la ayuda mutua y solidaridad internacionales.

- Edita el boletín internacional con referencias para la correspondencia y el debate interno de la organización.

- Se ocupa de la edición de propaganda referida a las resoluciones y la acción de la I.F.A.

- Percibe y administra las cotizaciones que las federaciones pagan regularmente para el mantenimiento de la actividad de la I.F.A.

- Informa de sus actividades y de su gestión.

El secretariado presenta su dimisión en los congresos.

El no el respeto de los compromisos materiales y éticos que preceden constituye una puesta en causa efectiva de la adhesión a la I.F.A., que será ratificada en el congreso siguiente.

Toda proposición de modificación del presente pacto asociativo debe ponerse en conocimiento de todas las federaciones adherentes por lo menos un año antes del congreso que deberá examinarlas.

domingo, 24 de octubre de 2010

"LA COLMENA OBRERA" EN MEMORIA DE JUAN PEIRO: CIPRIANO MERA MILITANTE DE LA C.N.T.

"LA COLMENA OBRERA" EN MEMORIA DE JUAN PEIRO: CIPRIANO MERA MILITANTE DE LA C.N.T.

la colmena obrera en memoria de juan peiro

sábado, 16 de octubre de 2010

LA TRAICION A LOS TRABAJADORES LA FIRMA DELOS PACTOS DE LA MONCLOA. ARTICULO DE LA FEDERACION LOCAL DE LA C.N.T. DE MADRID

Octubre de 1977 ARTICULO DE LA FEDERACIN LOCAL DE SINDICATOS DE C.N.T. DE MADRID



Los Pactos de la Moncloa una traicion contra la clase trabajadora y contra la C.N.T.





La imposición de un pacto social y sus consecuencias





El franquismo tuvo el acierto, el poder y los medios para comprar, absorber, aglutinar y corresponsabilizar de la nueva situación «democrática» a toda una clase política ansiosa por recibir prebendas, cargos y negocios. Sin olvidar una no menos inteligente política de institucionalización de antiguas y nuevas organizaciones sindicales cuyos dirigentes se aplicaron con ansias renovadas a la burocratización con cargos remunerados, al apaciguamiento de unos trabajadores que esperaban más y más y al engaño y a la estafa bajo diferentes ideales. En definitiva, estaban dando por bueno el postfranquismo y pactaban con él.







En medio de una fuerte conflictividad social tuvo lugar el 25 de octubre de 1977 la firma de los Pactos de la Moncloa. Estos acuerdos fueron firmados en el Palacio de la Moncloa entre el Gobierno de España, presidido por Adolfo Suárez y los principales partidos políticos con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados. Estos pactos supusieron la imposición definitiva -por parte las elites políticas y económicas- de la reforma política sobre la ruptura con el franquismo.







Los pactos fueron aprobados por el Parlamento el día 27 del mismo mes y podían dividirse en dos paquetes: el político (Programa de Actuación Jurídica y Política) y el económico (Programa de Saneamiento y Reforma de la Economía). El económico a su vez podía dividirse en las medidas urgentes (contra la inflación y el desequilibrio exterior) y las reformas necesarias a medio plazo para repartir los costes de la crisis (ya que no sería bonito que pagasen sólo los que habían estado robando durante 40 años).











Los firmantes de los Pactos de la Moncloa que condenaron a la clase trabajadora.



De izquierda a derecha: Enrique Tierno Galván (PSP), Santiago Carrillo (PCE), Josep



María Triginer (PSC), Joan Reventós (CSC), Felipe González (PSOE), Juan Ajuriaguerra (PNV),



Adolfo Suárez (UCD), Manuel Fraga (AP), Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD) y Miquel Roca (CiU).







Con anterioridad, Adolfo Suárez había sostenido conversaciones con Felipe González (PSOE) y Santiago Carrillo (PCE), después de constituirse las Cortes Generales tras las elecciones del 15 de junio de 1977, con el fin de sondear la posibilidad de un acuerdo de estabilidad.







La demagogia y la política del miedo también jugaron un papel importante. Según Santiago Carrillo, con el acuerdo se iba a sacar al país de la crisis en el plazo de un año y medio; mientras que otros personajes del momento aludían al riesgo de un posible golpe de estado si no se alcanzaban unos acuerdos de mínimos.







De cualquier manera, mientras los partidos socialista y comunista pudieron implantarse en el nuevo escenario político, el movimiento sindical fue dejado al margen de la reforma, como meras correas de transmisión. Materias cruciales que afectaban a la capacidad de los nuevos sindicatos para reclutar afiliados y negociar fueron subordinadas al establecimiento de la estructura política de la nueva democracia parlamentaria.







El Ministro de Economía y Hacienda, Enrique Fuentes Quintana, trató de llegar a un acuerdo con los sindicatos para que aceptasen la moderación salarial y el equilibrio presupuestario y así poner freno el alto nivel de conflictividad social. Incialmente, la UGT y la CNT rechazaron el acuerdo, así como también algunas secciones sindicales de Comisiones Obreras.







Consecuencias de los Pactos de la Moncloa





Los Pactos de la Moncloa crearían las condiciones sociales para la Constitución de 1978, que consagraría la inviolabilidad de la propiedad privada de los medios de producción y la economía de mercado. Si la futura Constitución tenía una gran importancia en lo que se refería a establecer las reglas básicas del juego político, el pacto social tendría una importancia también trascendental, ya que sería lo que permitiría reconstruir la paz social y la disciplina en el mundo del trabajo español. Algo sin duda imprescindible en un país en donde la clase obrera había adquirido una gran capacidad de autoorganización capaz de sobrepasar a comités y burocracias sindicales, que era consciente de su fuerza real y que había adquirido una considerable experiencia de lucha en las condiciones extremadamente duras de los últimos años del franquismo. El pacto social era la herramienta necesaria para restablecer una situación de sometimiento, imprescindible para afrontar una crisis económica que se pensaba resolver con un ajuste duro que, por supuesto, debían pagar los trabajadores.







Hay que destacar que una parte fundamental de estos acuerdos sería como controlar al movimiento obrero y a los sindicatos al margen de CCOO y UGT, es decir a la CNT. Fue aquí por lo tanto donde se creó y preparó la colaboración de clases (concertación social), para lo que se tomó como ejemplo la socialdemocracia alemana. Finalmente se llegaría a un acuerdo sobre la negociación colectiva y la representación sindical con CCOO y la UGT.







Con los Pactos nacían los comités de empresa (sindicalismo de nuevo tipo) nefastos para la lucha no sólo en lo económico, sino también en lo organizativo y unitario como clase, ya que parcializaban las luchas empresa por empresa, cuando las luchas y las reivindicaciones eran globales. En realidad, los comités de empresa eran (y son) de naturaleza antisindical, puesto que la actividad sindical sólo consistía en depositar un voto en una urna cada cuatro años, y los trabajadores -supuestamente representados en su conjunto por el comité- no sentían la necesidad de organizarse para luchar por sus intereses.















En el terreno político, entre otras cosas, se acordó modificar las restricciones de la libertad de prensa y la legislación sobre secretos oficiales para permitir a la oposición parlamentaria el acceso a la información; se aprobaron los derechos de reunión, de asociación política y la libertad de expresión mediante la propaganda, tipificando los delitos correspondientes por la violación de estos derechos; se creó el delito de tortura; se reconoció la asistencia letrada a los detenidos y se despenalizó el adulterio y el amancebamiento.







En materia económica destacaba la flexibilización del régimen laboral, a través de mecanismos de contratación temporal (sobre todo de jóvenes) y mayores facilidades para el despido de personal, reconociéndose el despido libre para un máximo del 5% de las plantillas de las empresas; el derecho de asociación sindical; fijación en el 22% del límite de incremento de salarios (inflación prevista para 1978); reforma de la administración tributaria ante el déficit público y medidas de control financiero a través del Gobierno y el Banco de España ante el riesgo de quiebras bancarias y la fuga de capitales al exterior.







Se acordó mantener el aumento de los salarios por debajo del nivel de inflación, lo que supuso un recorte del 7% del nivel de vida de los asalariados. A cambio, se prometieron algunas reformas sociales y económicas las cuales tardarían en llegar y otras nunca llegarían. Este fue el caso, por ejemplo, de la promesa de restituir a los sindicatos el "patrimonio sindical" -el enorme patrimonio acumulado por el sindicato vertical durante casi cuarenta años a través de la confiscación de las propiedades de UGT y CNT y las cuotas obligatorias de empresarios y trabajadores- proceso que se demoraría durante largos años.







Con los Pactos de Moncloa se abría una nueva línea de acción sindicial, basada en el acuerdo, pero también en el secretismo de las negociaciones, que hurtaba a las masas el protagonismo condenaba a la marginación a quienes no se sumbaban a estos acuerdos.







La CNT se opuso a estos acuerdos desde un primer momento, consciente de que representaban un coste muy elevado para la clase obrera, no sólo por la pérdida de derechos económicos y sociales para los trabajadores, sino también porque pretendían dar por cerrado el proceso de reforma política, poniendo punto final a las aspiraciones rupturistas y revolucionarias. La crítica anarcosindicalista a los Pactos representaba una amenaza tanto para las medidas de reajuste económico, que hacían recaer el peso de la crisis sobre una clase trabajadora combativa como la española, como para el modelo sindical impuesto.







Oposición frontal de la CNT





Durante él ultimo tercio de 1977 la CNT fue construyendo una convergencia de las fuerzas sindicales y sociales que estuvieran contra el Pacto de la Moncloa y que en algunos momentos hizo dudar hasta las dinámicas sindicales de los aparatos y las cúpulas de CC.OO. y UGT.







En este contexto, el Comité Regional de Cataluña de la CNT tomó la iniciativa de proponer a los Comités de Cataluña de UGT y CC.OO., la formación de una mesa de análisis y discusión crítica conjunta del Pacto de la Moncloa. De estas jornadas que las delegaciones de los tres sindicatos catalanes desarrollaron durante el mes de septiembre y octubre de 1977, surgió el acuerdo de convocar a una manifestación en contra de los Pactos de la Moncloa, que tuvo lugar en Barcelona en octubre, y en la cual participaron 400.000 trabajadores. Fue este el primer y último acto unitario del movimiento obrero durante toda la transición.







De lo que se trataba con la manifestación era de desbaratar el pacto entre el estado y el conjunto de la burguesía que pretendía poner en cintura al conjunto del movimiento obrero español y disciplinarle al plan de estabilidad. Es decir, que se resignara a perder todo lo conquistado en la lucha contra el franquismo para recomponer las condiciones de la explotación de trabajo ajeno. La burguesía sabía que sin este consentimiento del movimiento obrero, la transición al chollo de la democracia era imposible.







Y la gravedad del asunto no estribaba tanto en el propio radicalismo de la CNT, sino en que ésta había conseguido que su razón política gravitara sobre las secciones catalanas de UGT y CC.OO, haciendo posible que esa cualidad reivindicativa suya se trocara en cantidad superando las limitaciones ideológicas y organizativas del movimiento obrero en Cataluña. Por lo que ante la manifestación de 400.000 personas recorriendo las calles de Barcelona en octubre de 1977, saltó la alarma entre la patronal de que lo ocurrido en Cataluña se extendiera por el resto del país como una mancha de aceite. Fue cuando la partidocracia burguesa de derecha e izquierda se puso a temblar, decidiendo cortar esta movida a sangre y fuego, utilizando todos los medios, incluidos los ilegales, para evitar que el movimiento obrero a escala nacional se alzara unido contra el proyecto de la burguesía y del gobierno.







Las protestas en contra de los Pactos de la Moncloa tuvieron una gran extensión, reflejando la oposición de los trabajadores a pesar del papel que jugaban las direcciones sindicales de UGT y CCOO fuera de Cataluña. A lo largo de todo el mes de noviembre se celebraron grandes manifestaciones en las principales ciudades del país.











Manifestación en Valencia contra los Pactos de la Moncloa.







Así fue cómo lo primero que acordaron hacer los demócratas cerrando filas en torno al gobierno postfranquista, fue aislar a la CNT para conseguir que las disidentes cúpulas catalanas de UGT y CC.OO. volvieran al redil de la transición pactada. Los dirigentes de CCOO no tardaron mucho en seguir vergonzosamente la postura de Carrillo, haciendo todo lo posible por desmovilizar y desilusionar a los trabajadores. La dirección de UGT, que inicalmente había rechazado la idea de un pacto social, tanto antes como después de las elecciones de junio de 1977, comenzó a retroceder, manteniendo una postura más ambivalente y afirmando que el PSOE había obtenido mejoras en las condiciones de los acuerdos.







La CNT se estaba quedando sola en la batalla y pasó a ser el único gran sindicato que nucleaba un frente contra el pacto social en el que se agrupaba buena parte de la izquierda radical, otros sindicatos de corte asambleario y algunos movimientos sociales. Pero lo que convertía a la CNT en un peligro potencial no era su fuerza en aquel momento, sino su posible capacidad para encauzar el descontento social que inevitablemente iba a producirse.







En estos años creció desorbitadamente el desempleo y se produjo un fuerte incremento de la carestía de la vida. La calidad de la vida de los trabajadores y de las clases populares sufrió un importante deterioro, que no tenía la debida respuesta porque las fuerzas mayoritarias de la izquierda ya habían aceptado el pacto político y social y no deseaban poner en peligro lo logrado. En estos momentos se percibía con claridad la posibilidad de un golpe de estado militar que devolviera al pais a la situación anterior. Ante esa disyuntiva la izquierda mayoritaria prefirió pactar para conservar lo conquistado y el precio fue hipotecar la fuerza de los trabajadores y renunciar a la posibilidad de crear un sindicalismo fuerte y autónomo.







En diciembre de 1977 el gobierno de Suárez decretó la nueva ley de elecciones sindicales para determinar la representatividad de los sindicatos. La no delegación de las responsabilidades a través del voto llevaba a la CNT, lógicamente, a no aceptar las elecciones sindicales, que además constituían (y constituyen) la puerta de entrada a toda la corrupción sindical: subvenciones, liberados, cargos remunerados, ejecutivismo, etc.







CNT lideraba un gran movimiento social y cultural que no encajaba en el sistema que se estaba configurando. Al mismo tiempo, las organizaciones sindicales CC.OO. y UGT, en perfecta sintonía con los criterios del PCE y el PSOE, terminarían asumiendo los Pacos de la Moncloa incluso con entusiasmo y hasta lo proclamarían como una gran victoria de los trabajadores. Por todo esto, no se podían dejar cabos sueltos que pudiesen poner en peligro el programa económico pactado por los partidos políticos y poco después asumido por sus sindicatos correspondientes.







Y entonces llegó el 15 de enero de 1978, día en el que la anarcosindical había convocado una nueva manifestación en Barcelona contra los Pactos de la Moncloa y las elecciones sindicales y a la que acudirían unas diez mil personas.















Poco después de finalizar la manifestación, la sala de fiestas barcelonesa "Scala" comenzó a arder a causa de un artefacto explosivo; cuatro empleados fallecieron, de los que tres eran afiliados a la CNT. No pasó mucho tiempo hasta que los servicios de polícia acusaron al movimiento libertario de estar detrás del incendio, lo que dio comienzo a una campaña de acoso, desprestigio e intoxicación contra la CNT, amplificada por los medios de comunicación.







El caso Scala marcaría un punto de inflexión para el anarcosindicalismo y con el comenzaría la crisis de la CNT y del anarquismo español en general. La pesadilla había comenzado.







Pero para el sindicalismo subvencionado la fiesta no había hecho más que conenzar con el primer reparto del pastel. Al día siguiente de la manifestación, entre el 16 de enero y el 6 de febrero de 1978, se celebrararon las primeras elecciones sindicales a comités de empresa -CNT mantendría su acuerdo de no participar- donde CCOO y UGT obtuvieron en conjunto más del 70% de los delegados. Aún así, se produjo una notable abstención, mucha de la cual provino del boicot que la CNT realizó. La abstención se calculó entre un 20% y una 60% en Cataluña según el ramo, entre un 20% y un 40% en Valencia y de un 20% a un 30% en el resto del país.







A través de la financiación estatal que recibían por la representación obtenida, los privilegios concedidos como "sindicatos más representativos" y la restricción creciente de los derechos democráticos internos de la afiliación, se fue fortaleciendo una burocracia dirigente, cada vez más independiente de la base afiliativa y de los trabajadores, y más dependiente del aparato estatal y de la patronal. Las huelgas, a diferencia del período anterior, se daban ahora sólo por motivos económicos y, a pesar de que las direcciones sindicales habían aceptado los topes salariales, muchas movilizaciones se enfrentaron a la pérdida de poder adquisitivo provocada por los Pactos de la Moncloa. Se produjeron varias huelgas generales en la construcción y en el metal. Sin embargo, el número de jornadas de huelga disminuyó sensiblemente en relación con los años anteriores.                                                                                                                                                   n                                                                                                                                                                  nNo existía ningún acuerdo firmado por los trabajadores que reconociera la legalidad del gobierno heredero del franquismo, la venta de los sindicatos que mas representación decían que tenían  n pudieron controlar lsituacion  políca, esta situación que hemos arrastrado en estos últimos 35 años con la hegemonía de estos sindicatos que no practican  ningún tipo de formación sindical, esta  y esta falta de estrategia la estamos pagando y la pagaremos hasta que no rompamos esta traición histórica del PSOE Y EL PCE y los sindicatos que aceptaron el modelo sindical franquista. CCOO Y UGT, contra toda la izquierda y el sindicato C.N.T.-ai.t. Que no participo en estas negociaciones a espaldas de los trabajadorxs nunca lo hemos olvidado ni lo olvidaremos. Sabemos que nos costara mucho trabajo expresarnos porque controláis todos los medios de comunicación tanto escritos como tele visivos. ¡! NO¡¡ permitís que se hable de este tema porque deja a la monarquía y a los partidos políticos en muy mal lugar, pero desde aquí contaremos lo que pensamos de esta situación de censura contra los anarquistas por que dijimos no a la monarquía y !!NO¡¡ a la constitución al igual que dijimos no a los pactos de la Moncloa, denunciamos  la falta de libertad de los trabajadorxs en las empresas y la continua persecución sindical contra los asociados a la .C.N.T.-A.I.T. Con continuos despidos de compañerxs. Y la destrucción del medio ambiente destruido por la avaricia de esta vuestra crisis del sistema capitalista que no solo explota a los hombres y mujeres sino también al explota el...


Planeta tierra en el que vivimos

LA REFORMA LABORAL. LA SOCIALIZACION DE LOS RECURSOS NATURALES Y LA LIBERTA SINDICAL EN LA EMPRESA

LA REFORMA LABORAL. LA SOCIALIZACION DE LOS RECURSOS NATURALES Y LA LIBERTA SINDICAL EN LA EMPRESA La mal llamada reforma laboral ha sido un claro ejemplo de lo que el Gobierno y los patronos han conseguido juntos. Con una ley que ha conseguido que los futuros trabajadorxs y los antiguos pierdan sus derechos contraídos a lo largo de los últimos 35 años. Esta injerencia del gobierno a facilitando los despidos y la contratación en precario no se puede permitir. Que los sindicatos que apoyan al gobierno y que han fraguado esta reforma con el gobierno claro han reaccionado tarde debido a su compromiso con las elecciones sindicales que se estaban celebrando en esos momentos el gobierno a provecho esta situación para anunciar a los sindicatos que presentaría una reforma laboral. Les sirvió para iniciar una campaña de agitación y movilización para aumentar la participación en los comicios sindicales donde no tenían ninguna crebilidad y la participación se preveía muy baja y eso supone una pérdida de representatividad, y por supuesto unos menores ingresos en asignaciones en los presupuestos generales del estado, que es de donde reciben sus su beneficios y sus subvenciones. No podía hacer nada solo sacar la gente a pasear. Los dirigentes de los sindicatos, CC OO Y UGT. Han intentado limpiar su imagen de incredulidad en los medios de comunicación, y han hecho pedagogía de cómo se engañan a los trabajadores en directo con la facilidad de tener todos los medios de comunicación tanto escritos como televisivos tanto públicos como privados, y no ser capaces de decir la verdad de lo que ocurre aquí, en nuestros pueblos. Decirles a los empresarios y trabajadorxs que queremos la jubilación a los 55 años y que queremos la jornada semanal de 35 horas y que se termine con las sus contratas y las horas estrás y destajos como forma de racionalizar el sector de La piratería. A cavar con la acumulación de viviendas expropiándolas. Lo que están haciendo con este pueblo es el más corrupto de Europa y digo Europa porque el mundo es muy grande y no conozco todos los ladrones. Los sindicatos no pueden permitir que los ayuntamientos bancos cajas y constructores hagan lo que les dé la gana en la recalificación de terrenos, los asociados a los sindicatos no pueden permitir que esto ocurra, tenemos que exigir una planificación de la forma de construir más racional y que el sector sea controlado por los sindicatos y sus asociados, que son las fuerzas del trabajo y somos los que construimos todo y nuestra fuerza es indispensable para el desarrollo de nuestros pueblos y ciudades y no podemos permitir que miles de millones de euros en ayudas de la comunidad europea sea derrochado en proyectos faraónicos, las subvenciones a los bancos y cajas de ahorros, repercutan en los beneficios de de los patronos y los ejecutivos de dichas entidades. Mientras 5.000.000 millones de paradxs esperan que la economía especulativa se ponga en marcha. ¿Por qué no se utiliza este dinero para crear una economía basada en la racionalidad y en la no competitividad?’ Sería una salida a la situación de estas miles de personas que no disponen de medios económicos. Pero no pensar que la economía tiene solución, la economía tiene que buscar una nueva fuente de producción, porque la construcción ha tocado fondo, la naranja ha sido exprimida, los agricultores lloran por haber vendido sus terrenos, y el coche y el piso que se compraron cuando vendieron estos se han hecho viejos. Los que compraron los terrenos hoy los siguen disfrutando contentísimos con la compra. Estaréis contentos cobráis cientos de miles de euros en contribuciones urbanas para vuestros sueldos, gracias al desmadre urbanístico que habéis consentido en los últimos 35 años, habéis dejado que los constructores hicieran lo que les diera la gana y ahora pagaremos las consecuencias de semejante desmadres con esta crisis del capitalismo que no tiene fin. Donde se crearon miles de puestos de trabajo que eran humo por que la burbuja inmobiliaria tenía que estallar y los más perjudicados seremos los trabajadorxs por no estar organizados. Los sindicatos no tenían ni idea de lo que era una planificación de los recursos industriales y naturales y los terrenos existentes y futuros , estuvieron muy ocupados evitando que los sindicalistas de la histórica, C.N.T-a.i.t no tuvieran ni la más mínima posibilidad de desarrollase ni de extenderse y mucho menos poner en práctica su finalidad sindical la cual ¡!NO¡¡ hubiera permitido la destrucción del medio ambiente y la racionalidad en la explotación de los recursos naturales que son de todos porque lo lógico sería que los recursos naturales, como el CEMENTO. HIERRO. ALUMINIO. CERAMICAS. Y MADERA, estuvieran socializados porque son recursos limitados y deben revertir en la colectividad debido a que una economía basada en la oferta y la demanda y la libre competitividad tiene los días contados en los países capitalistas debido a los agotamientos de los recursos. Grandes obras faraónicas no terminaran con la crisis y vuestro sistema de desarrollo es total mente inhumano y de locura. Gastáis miles de millones para potenciar la industria privada que encima explota a miles de trabajadorxs. Como no vais hacer una reforma laboral si estáis total mente vendidos halos intereses de los empresarios y banqueros no se puede subvencionar a quienes nos explotan sin ningún remordimiento y ahora quieren nuestra sangre, que trabajemos mas y cobremos menos como se puede ser tan cabron no diriges un banco eres el portavoz de algunos de algunos empresarios de parte de este pueblo y no tienes escrúpulos, en decir a los trabajadorxs que deven trabajen más y que cobren menos, no seles a ocurrido decir bajar la producción y racionalizar los recursos y los puestos de trabajo para que dure más . Son unos fascistas y no tienen ningún miramiento por los trabajadores so lo piensan en sacar beneficios y no les importan seguir destruyendo lo poco que queda. Solo meque da decir que todos los parados acudan ala se de sus jefes, en sus distintos pueblos y ciudadanxs cuando no tengáis que echaros a la boca para que estos buenos empresarios os den para comer que es parte de lo que nos deben por quítanos los recursos naturales y destruir el medio ambiente. Desde aquí pedimos la retirada de la reforma laboral!! YA¡¡ por anti obrera en beneficio de los empresarios, POR LA LIBERTAD SINDICAL. POR LA REACMICION DE TODOS LOS DESPEDIDOS DE LA C.N.T.-A.I.T. FIN A LA PERSECUCION SINDICAL. DEROGACION DE LOS COMITES DE EMPRESA Y LA CREACION DE LAS SECCIONES SINDICALES. ISTAURANDO LA DEMOCRACIA SINDICAL EN LA EMPRESAS. ESIGIMOS LA JUBILACION A LOS 55 AÑOS Y LA JORNADA SEMANAL DE 30 HORAS SEMANALES. NO A LA INGERENCIA DEL GOBIERNO EN LA NEGOCIACION COLECTIVA. NO A LA INGERENCIA DE LA REFORMA LABORAL EN LOS CONVENIOS. SOCIALISACION DE LOS RECURSOS NATURALES Y PROTECCION DE LAS COSTAS.

domingo, 10 de octubre de 2010

QUICO SABATERy la memoria de la guerrilla anti-franquista

Cada cinco de enero, dentro de un homenaje al maquis, un nutrido grupo de Anarquistas y no anarquistas, se reúne en el cementerio de Sant Celoni para recordar a Quico Sabaté, muerto en combate hace 48 años. Manuel Tabernas: El militante anarquista conocido con el nombre de Quico Sabaté demostró siempre tener un espíritu libre y activo. Antes de los 17 años ya estaba afiliado a la CNT y había fundado el grupo de acción anarquista Los Novatos, formado por sus hermanos y unos amigos, como continuación del grupo Los Solidarios. Durante la guerra luchó en el frente de Aragón con la Columna de los Aguiluchos de la FAI. Pasó a Francia tras acabar la guerra y estuvo en un campo de internamiento, y a principios de los años 40 se instaló cerca de la frontera y estudió posibles rutas de entrada al Estado español a través de los montes. En 1944 hizo su primera incursión compaginando su trabajo de fontanero en Francia con su actividad anti-franquista en España, robando a acaudalados empresarios y bancos, trasladando propaganda, publicando boletines y reorganizando los sindicatos de la CNT en el interior, así como con sabotajes y actividades de guerrilla urbana en Barcelona, donde colaboró con otros grupos guerrilleros libertarios (los de Massana, Caraquemada y el de Facerías).



A finales de diciembre de 1959, Quico Sabater con cuatro guerrilleros más inicia el que sería su último viaje. A pesar de que se sabía del intercambio de información entre las policías española y francesa. El Quico atravesó la frontera por Costoja. La guardia civil estaba apostada por todos los pasos fronterizos en grupos de tres. Había tropas de refresco apostadas en Albanya. Mientras numerosas patrullas recorrían continuamente la zona. Desde 1945 a 1960 los grupos de acción de Quico Sabater intervinieron en numerosos hechos. Transporte de armas de lado a lado del Pirineo, atentados politicos, atracos, y otros actos de propaganda anti-franquista. En estas actividades Quico vería como caerían 15 de sus hombres. A lo largo de 16 años Francisco Sabater Llopart, fue el enemigo número 1 del régimen franquista.



El febrero del 46 Quico pasó la frontera con un importante cargamento de armas entre sus hombres figuraban Ramón Vila Capdevila “Caracremada”. En Banyolas lugar donde había depositado el armamento, en Ramón Vila mató a un guardia civil para salvar la vida de Sabater, el cual pudo escapar disfrazado de pagés (campesino catalán) encima de un carro, mientras tanto Banyolas era registrada minuciosamente por la Benemérita (Guardia Civil). Dos meses después Quico y sus hombres colocaron bombas en los consulados de Brasil y Perú mientras el grupo de Facerias lo hacía en el consulado de Bolivia como protesta afirmativa de estos países a la entrada de España a la ONU. Al cabo de un mes, en junio de 1949 Quico Sabater fue encarcelado en Montpelier después de ser juzgado por tenencia ilícita de armas y de explosivos. Cuando llevaba cuatro meses de cárcel moría en Barcelona su hermano José víctima de un enfrentamiento con la policía, aún desde la prisión francesa Quico se enteró del fusilamiento de su hermano pequeño Manuel en el campo de la Bota después de un juicio fugaz. En cuatro meses la policía franquista incapaz de cazar a Sabater había eliminado dos de sus hermanos, al cabo de trece meses de condena, Quico sale en libertad, en julio de 1950. A principios de 1955 Francisco Sabater creó los grupos anarcosindicalistas que tenían como portavoz la publicación "El Combate" distribuida por las barriadas obreras barcelonesas y por los pueblos y ciudades de Cataluña. El mismo año 1955 en septiembre, con motivo de la visita de Franco a Barcelona, Quico subió a un Taxi y se identificó como policía que quería distribuir propaganda franquista y en una especie de mortero construido por el mismo disparó proyectiles llenos de propaganda sembrando las calles de Barcelona con octavillas de colores en Catalán y Castellano. En los últimos tiempos de su actividad guerrillera mantuvo fuertes discrepancias con los cargos de la CNT-AIT en Toulouse. A finales de 1959 realizó su última incursión al interior.



Los atracos a Bancos fueron los hechos más espectaculares realizados con el fin de recaudar fondos para ayudar a los presos, a sus familias necesitadas y a sus compañeros, el más importante fue el del Banco de Vizcaya de donde conseguiría llevarse 700.000 pesetas. En una oficina del Banco Central cerca del Borne (abastecimiento Barcelona) llegaron Sabater y un compañero en un Taxi alquilado como siempre, mientras Quico a punta de metralleta mantenía a raya a clientes, guardias y empleados, el otro llenaba un cesto cómo para ir al mercado, al salir Sabater dejó un objeto inofensivo delante de la puerta con una mecha encendida mientras aconsejaba a los de dentro (del Banco) que se tumbasen en el suelo, se fueron con el taxista que en ningún momento sospechó nada, ya que les esperaba con el coche en la esquina.



También en Barcelona se llevó cerca de un millón de pesetas de la Empresa Cubiertas y Tejados desde la calle todo el mundo se lo miraba sonriendo a través de las grandes vidrieras, creyendo que allí dentro se estaba filmando una película de gansters.



En estos últimos años Sabater se había presentado en lugares frecuentados por obreros como Bares y comedores de las fábricas donde pronunciaba pequeños mítines anti-franquistas. El año 1956 y 1957, fue detenido nuevamente en Francia y encarcelado por los motivos de siempre, tenencia ilícita de armas, explosivos y también contrabando por el solo hecho de tener un aparato transmisor: La policía española conectada estrechamente con la francesa influyó decisivamente en estas detenciones. A finales de diciembre y inicios de enero del 57 serían detenidos 47 compañeros de la C.N.T. en diversos lugares de Cataluña acusados de colaborar con Quico Sabater, como tanto otras veces acorralado y perseguido, Quico consiguió escaparse de Barcelona vestido de pagés (campesino catalan), llegó en tren a Hostalrich y continuó a pie hasta Francia, allí aún le esperaban 8 meses de prisión en Montpelier seguido de un confinamiento de 5 años en Dijon. En diciembre de 1959 a las puertas de un nuevo juicio por tenencia ilícita de armas, decidió la huída hacia adelante, y emprendió la que sería su última incursión contra el franquismo, le acompañaban Antoni Miracle Guitart, de 29 años, Francisco Conesa Alcaraz de 39, Roger Madrigal Torras, de 27 y Martín Ruiz Montoya de 20 años. Es el 3 de enero de 1960, en el "Mas Clarà" cerca de Gerona, Quico Sabaté se encuentra herido rodeado de numerosos efectivos de la guardia civil, el rodeo y el tiroteo se prolongará todo el día hasta la noche.



Quico Sabater herido en la pierna, en las nalgas y en el cuello recorre siempre de noche unos 25 kilómetros hasta llegar de madrugada a la estación de Fornells, a punta de pistola sube a la locomotora del Tren correo y obliga a los dos maquinistas a que no se detengan hasta llegar a Barcelona, pero en Massanet Massanas es preciso cambiar la locomotora de Vapor por una de eléctrica, Quico cambia de Máquina, y los maquinistas aprovechan para alertar a la guardia civil, a dos minutos de Sant Celoni con la pierna ya cangrenada Quico salta del tren con la intención de recibir asistencia médica.



En todas las poblaciones a lo largo de la línea férrea hasta llegar a Barcelona la Guardia civil espera a Sabaté, Quico sin fuerzas pide la dirección del médico a un pagés (campesino catalan) pero se equivoca y llama a la casa de Francisco Berenguer delante de la del doctor Barrios, Berenguer al ver el mal aspecto de quien llama tan temprano a la puerta y observando que lleva una metralleta escondida, se pone nervioso y se abalanza sobre Quico con el fin de quitarle el arma, mientras tanto Martínez Collado sargento de la guardia civil, los somatenista Abel Rocha falangista notorio y Pepito Sebina ex-legionario ya han localizado al fugitivo, largamente esperado.



En un pacto de sangre mantenido aún hoy, en un pacto de silencio mantenido por los tres hombres el somatenista descargó su metralleta en la cabeza del Quico después de muerto, desfigurándolo hasta el punto de que ni su hermana pudo identificarlo.



Últimamente se está recuperando la memoria de los guerrilleros anti-franquistas. Se publican libros, se les hacen homenajes y se les empieza a sacar del ostracismo que el régimen franquista les impuso. Ya no son "bandoleros" aunque, en muchos casos, no se ha modificado esta calificación en sus fichas policiales y muchos más han muerto sin reconocimiento. La mayoría de ellos protestan porque la Ley de Memoria les iguala a cualquier combatiente fascista. Ellos y ellas tienen claro que no son iguales. Y que el tiempo no ha pasado tampoco igual: han sido muchos los años en el exilio o en un doloroso silencio. Aún hoy el Ayuntamiento de Berga, alegando que "aún quedaban muchas heridas abiertas", se negó a poner una placa conmemorativa al maquis local Massana.



Equipararles a Robin Hood es trivializarlo todo aún más. No sólo robaban bancos o asaltaban empresarios, y desde luego no lo hacían en beneficio propio. Repartían propaganda y daban mítines en fábricas y comedores de obreros. Sabían perfectamente dónde se movían y qué querían. Creían posible volver a ese "corto verano de la anarquía" que durante un breve tiempo se consiguió instaurar en la península. Las tierras, los servicios, los medios de producción estuvieron colectivizados. Y funcionaron. En muchos lugares se abolió el dinero y se instauró el apoyo mutuo. Y funcionó. Eso asustó mucho a los militares, industriales y terratenientes. Era la prueba viviente de que sobraban, de que no eran necesarios. De ese pánico cerval, ese odio y esa rabia en la represión. Habían de fusilar, asesinar y extirpar todo lo vivo y floreciente. Había que reprimir y destruir hasta el recuerdo. Por ese "corto verano" lucharon gentes como Sabaté y siguieron luchando hasta el final. Ésa era su motivación. Y mientras estuvieron en lucha lo que cada acción armada le recordaba al régimen era que la posibilidad seguía viva o, al menos, que había existido ese mundo; que no había sido un espejismo. Y por eso fueron perseguidas, acosadas y exterminadas las guerrillas anti-franquistas urbanas o rurales. Lo cierto es que los maquis buscaban la espectacularidad de sus acciones porque querían dejar claro su oposición armada al régimen. Y es cierto que, en el contexto en que se producía, era fácil que se convirtiera en mito y alimentase la prensa y las novelas sensacionalistas de la época. Pero quedarnos sólo con esto es simplificarlo todo demasiado y hurtar la ideología. Sobre todo, considerar a la gente como mera consumidora de emociones fuertes y, en general, fácilmente impresionable. La gente no consideraba héroes o mitos a Sabaté y a Caraquemada o Massana porque fueran intrépidos salteadores de caminos. Los frutos de estos atracos iban a apoyar a los compañeros y compañeras presas. Aunque la policía los desarticulaba se configuraban sindicatos y la propaganda que se distribuía se leía.



Los guerrilleros no tenían líderes y su organización era la de grupos de afinidad no autoritarios. Y, necesariamente, había enlaces y contactos, cuyo trabajo era, a veces, mucho más peligroso porque no llevaban armas para defenderse. Sin esa base, sin esos apoyos, las guerrillas no pueden existir.



Existe una placa en el lugar donde este guerrillero fue asesinado a manos de estos asesinos, Abel Rocha, falangista notorio y Pepito Sebina ex-legionario los cuales pertenecían al somaten.

PROGRESO FERNANDE, UN MIEMBRO FUNDADOR DE LA F.A.I.

Federación Anarquista Ibérica FAI








Antonio Fernández Bailén, nombre que más tarde cambió por el de Progreso, nació a finales del pasado siglo. Desde muy joven fue un activo militante, y tuvo que exiliarse a Francia para eludir el servicio militar. Su actitud antimilitarista fue permanente a lo largo de toda su vida, incluso en los momentos más difíciles. Su avidez por la lectura también fue muy temprana. Siempre pendiente de que salieran los fascículos por entrega, cada semana Progreso estaba impaciente por conseguir el número correspondiente, que entonces costaba unos céntimos o unos reales. Bibliófilo, amante de la lectura, consideraba la sabiduría y el conocimiento como indispensables para la emancipación humana.







Uno de los fundadores de la FAI, durante una entrevista que le hicimos a finales de julio del 94, nos manifestó que la primera reunión que se celebró para su creación no se llevó a cabo (como han escrito numerosos historiadores, incluidos algunos de nuestros medios, como Gómez Casas) en la playa valenciana del Cabañal, sino en las afueras de Patraix, barrio de la capital levantiva, lugar donde había un manicomio. En la casa de la compañera Aurora López, en un amplio corral, tuvo lugar el encuentro. Acudieron delegaciones de todos los rincones de la Península, y las que no pudieron asistir enviaron su adhesión. La segunda reunión se celebró en la aldea del Saler, a orillas del Mediterráneo. Pocos años después, ya establecida la II República, una serie de compañeros fueron deportados; Progreso, al Sahara. Durante la Guerra, habiendo regresado de la deportación, se dedicó a la enseñanza, una enseñanza anticlasista.



Poco antes de cargar en la furgoneta las veintidós cajas con los libros, estuvimos conversando con Libertad y Armonía, que nos comentaron algunas anécdotas de la vida de su padre durante el franquismo. Como teníamos curiosidad por saber si habían tenido algún problema por el nombre que les habían puesto, nos comentaron que sí. Cuando Progreso tuvo que solicitar una partida de nacimiento de Armonía, el funcionario de turno, propio de la época, se negó a extender el certificado de un nombre que no existía en el santoral. Los lógicos y buenos razonamientos de una persona culta como Progreso, anarquista y ateo, no pudieron prosperar ante la sinrazón del funcionario, que seguía empeñado en extender el dichoso certificado a nombre de Montserrat, nombre del santoral del día en el que nació Armonía. Aunque aquel día se vino sin la partida de nacimiento, posteriores intervenciones jurídicas (Progreso era un hombre obstinado en conseguir lo que deseaba si él lo consideraba justo), alcanzaron lo razonable: la partida de nacimiento a nombre de Armonía.



Entre los numerosos libros que nos han entregado es difícil de resaltar alguno, todos son joyas, pero especialmente podríamos citar el que fuera traducido y prologado por Anselmo Lorenzo, y publicado a principios de siglo en Valencia por la editorial Sempere, Historia de la ideas morales. Las grandes épocas hasta el siglo XIX, de Paúl Guille. Es un manifiesto deseo de la FAL que estén todas las obras escritas y traducidas por el compañero Anselmo Lorenzo en nuestra biblioteca, y poco a poco lo vamos consiguiendo. Progreso, además de amar la lectura, amaba tanto los libros que con grandes esfuerzos fue, a lo largo de toda su vida, encuadernando los libros que no tenían buena cubierta. Su deseo era que perduraran en el tiempo para que siguieran siendo semillas de libertad. Cada libro invita a la reflexión para conocer esta sociedad y para poder caminar hacia un mundo más justo, solidario, sabio y libre. No puede haber emancipación sin sabiduría. En la Fundación serán de utilidad para seguir el deseo de Progreso; no producir seres "clonados", como puede venir haciendo la televisión, sino personas que piensen. La lectura es un camino de libertad.



Hace unos años, cuando aún contábamos con pocos documentos, era una gran ilusión para nosotros el ir a recoger las bibliotecas y hemerotecas que nos ofrecían los compañeros e ir llenando las salas habilitadas para este fin. Ahora, cuando nos llaman, la ilusión permanece pero surgen más inquietudes, preocupaciones e inconvenientes, que las propias de los inicios. La Fundación ha crecido y empezamos a tener problemas de espacio. La conservación del documento, sobre todo la que está en soporte de papel o celuloide, es muy delicada: la luz, el calor y la humedad son tan enemigos del papel como el anarquismo del Estado. La posible salida, que era ampliar y acondicionar adecuadamente otros espacios en el edificio de Villaverde, que es donde está ubicada la Fundación, se va a demorar. Una serie de grietas en la estructura nos impiden, con la celeridad y economía que deseamos, el habilitar un espacio adecuado para la acogida de estos tan queridos documentos históricos del anarquismo; textos para no olvidar, por mucho que la historia oficial se empeñe en hacerlo. La otra posibilidad, la de trasladarnos a un edificio más céntrico y adecuado de la ciudad, tampoco, al menos de momento, ha prosperado.



Aún con todos estos inconvenientes, el ánimo de los compañeros es el de seguir adelante y que la Fundación sea el centro que todos deseamos.







Muchas gracias a Armonía y Libertad por haber hecho realidad la voluntad de su padre. Por nuestra parte sólo queda que el sueño de Progreso se haga realidad: que estas semillas de libertad sigan germinando en nuevos lectores.

BUENAVENTURA DURRUTI. UN MILITANTE CONFEDERAL.C.N.T.-F,A,I,

El 14 de julio de 1896 nacía en León Buenaventura Durruti, segundo de los ocho hijos de Santiago Durruti y Anastasia Domínguez. De los ocho hermanos —Santiago, Buenaventura, Vicente, Plateo, Benedicto, Pedro, Manuel y Rosa— sólo tres sobrevivieron al finalizar la guerra. En 1932, durante una huelga, moría en León uno de los hermanos de Durruti, junto a un anarquista llamado José María Pérez. Otro murió durante los sucesos de Asturias de 1934. En 1936, comenzada la guerra, Manuel Durruti se afiliaba a Falange Española, en León, y poco después moría fusilado por los mismos falangistas al haberse negado a probar su lealtad hacia la organización. Pedro, antiguo afiliado a Falange, fue fusilado en zona republicana.




BUENAVENTURA Durruti asistió, durante su infancia, a la escuela leonesa de Ricardo Fanjul. Parece ser que no pasó, como estudiante, de la mediocridad. Poco más tarde, y a pesar de cierta oposición por parte de su familia, abandonaba la escuela y aprendía el oficio de mecánico. Su maestro en esta tarea fue Melchor Martínez, que tenía en León una gran reputación como revolucionario. (Llamaba la atención por leer «El Socialista» en público). De hecho, fue el primer mentor ideológico que Durruti tuvo. «Voy a hacer de tu hijo un buen mecánico, pero también un buen socialista», decía Melchor Martínez al padre de Durruti.



En 1912 Durruti, influenciado por su padre de ideas socialistas y por M. Martínez, se afiliaba a la «Unión de Metalúrgicos»; sin embargo, pronto comprendió que el socialismo moderado de la UGT. Unión General de Trabajadores no era lo que más le atraía. Una vez abandonado el trabajo en el taller de Melchor Martínez, Durruti trabajó como montador de lavaderos de carbón. Iba a ser Mata-llana, a 30 Km. de León, el escenario de la primera dificultad que Durruti tendría con las autoridades. Se encontraba allí con motivo de la instalación de uno de estos lavaderos y no tardó en verse involucrado en un conflicto provocado por los mineros, que exigían la destitución de uno de los ingenieros cuya actitud era claramente contraria a sus intereses. Los mineros, con el apoyo de Durruti y los demás mecánicos, consiguieron que el ingeniero fuera despedido; sin embargo, al llegar Durruti a León se encontró con la noticia, nada agradable, de que la Guardia Civil se había interesado por él.



Poco después, 1914, su padre le consigue un nuevo trabajo en la Compañía de Ferrocarriles del Norte, como mecánico ajustador, empresa en la que el padre de Durruti trabajó hasta caer enfermo. Allí se encontraba Durruti cuando, en 1917, estalló la gran huelga revolucionaria, promovida por la UGT y secundada por la CNT Confederación Nacional del Trabajo—. Buenaventura desplegó durante la huelga una gran actividad, contribuyendo a la quema de locomotoras y al levantamiento del tendido de las vías, lo que significó su expulsión de la UGT y, obviamente, el despido de la compañía. Con su amigo «El Toto» se dirigió en primer lugar hacia Gijón, donde contactó con la CNT, y, posteriormente huyó a Francia, ya que además de ser buscado por saboteador, también lo era por desertor.



El 1 de enero de 1919 Durruti cruzó la frontera, clandestinamente, y se dirigió a Asturias, donde debería realizar una misión encomendada por la CNT. Una vez cumplida la misión, parece ser que estuvo en La Robla, a 25 Km. de León, implicado en un grave conflicto laboral, dirigiéndose poco después a Valladolid, donde permaneció unos tres meses. Más tarde, y cuando se encaminaba hacia Galicia, con el fin de participar en diversas acciones, fue detenido por la Guardia Civil y enviado a La Coruña. Allí le identificaron como desertor y le trasladaron a San Sebastián, siendo sometido a Consejo de Guerra y encarcelado. Sin embargo, permaneció muy poco tiempo en la cárcel, ya que, con la ayuda de varios compañeros, logró evadirse y huyó a Francia (julio de 1919) después de haber pasado algún tiempo escondido en los montes.



En 1920 regresó a España, por San Sebastián, y se dirigió a Barcelona. Antes de emprender la marcha hacia la ciudad catalana, rechazó un trabajo en una fábrica de Rentería, que Manuel Buenacasa y otros compañeros le habían buscado, así como un puesto en el Comité de Metalúrgicos de la CNT en el país vasco: «En mi opinión los cargos importan poco decía Durruti. Lo importante para mí es la base, a fin de poder obligar a los de arriba, desde ella, a que respeten sus compromisos, impidiéndoles así, en la medida de lo posible, que se burocraticen». A su paso por Euskadi, Durruti conoció a otros anarquistas significados: Suberviola, Del Campo, Albaldetrechu y Ruiz, con los que creó el grupo llamado «Los Justicieros», cuyo terreno de acción era, simultáneamente, Aragón y Guipúzcoa. Durruti y el resto de «Los Justicieros» decidieron actuar rápidamente, y su primer objetivo era Alfonso XIII. El monarca español debía de asistir a la inauguración del Gran Kursaal de San Sebastián. La pretensión de los anarquistas era acabar con la vida del rey valiéndose de explosivos, pero sus intenciones se vieron frustradas ante el masivo despliegue policial que se llevó a cabo en el País Vasco para lograr la captura de Durruti, Suberviola y Del Campo, que habían sido denunciados.



En febrero de 1921, Durruti se encontraba en Andalucía en cumplimiento de una nueva misión, cuyo fin era ampliar las bases del anarquismo en esta región. El 9 de marzo, en compañía de Juliana López que era el otro emisario en tierras andaluzas, regresó a Madrid y fue apresado por la Policía. Ese día todo individuó sospechoso era detenido en la capital. El día anterior, Eduardo Dato había sido muerto a balazos por tres desconocidos. No obstante, Durruti, haciendo uso de una falsa personalidad, logró engañar a la Policía y salió libre, continuando su viaje de vuelta a Barcelona.



El grupo de «Los Justicieros», que más tarde cambió su nombre por el de «Crisol», siguió en su línea de utilización de la violencia como respuesta a la violencia desatada por la patronal. A finales de 1922, se constituía el grupo «Los Solidarios», cuyo fin primordial era la lucha contra las bandas armadas que subvencionaban los empresarios. Los choques entre estos grupos llegaron a adquirir un carácter de verdadera guerra civil. «Los Solidarios» contaban con varios colaboradores y gente de confianza cuya ayuda era solicitada según la naturaleza del asunto que les ocupara. Los principales componentes del grupo eran: Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso, Juan García Oliver, Eusebio Brau, Aurelio Fernández, Miguel García Vivancos, Alfonso Miguel, Ricardo Sanz, Gregorio Suberviola, Rafael Torres Escartín, Juliana López, Ramona Berni y Antonio «El Toto».



Uno de los primeros condenados a muerte, por el grupo, fue el cardenal-arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevilla y Romero (n. 1843). Sobre la ejecución de Soldevilla, es muy interesante el fragmento de la novela de Pío Baroja «El Cabo de las Tormentas».



«El cardenal-arzobispo de Zaragoza era un reaccionario de influencia. La ejercía no sólo en su sede sino en Barcelona y recomendaba a las autoridades de allí medidas fuertes y duras contra los obreros y los agitadores. Los anarquistas sabían que el arzobispo conferenciaba en Reus con los jefes de la Patronal de Barcelona y daba consejos para atacar a la organización sindicalista obrera. La banda marchó a Zaragoza; se entendieron los directores con una vieja anarquista catalana que vivía allí hacía algún tiempo, la ciudadana Teresa, y entre todos prepararon una emboscada y mataron al arzobispo una tarde que iba a una posesión suya llamada «El Terminillo». El arzobispo fue muerto en el auto cuando entraba en su finca, donde había establecido una escuela dirigida por monjas. Los anarquistas le hicieron veinte disparos. El arzobispo cayó muerto y quedaron heridos sus familiares y el chofer.» (1).



El 1 de septiembre se llevaba a cabo una nueva y espectacular acción de «Los Solidarios»: el Banco de España de Gijón era objeto de un atraco a mano armada, llevándose los asaltantes un botín de unas 675.000 pesetas. La ejecución del asalto no fue fácil. Durruti, después de mantener un violento tiroteo con la Guardia Civil, logró huir subiendo al tejado de una casa y abandonando la ciudad al amparo de la noche. «La banda de Durruti» comenzaba a ocupar los titulares de la Prensa burguesa. Días más tarde el mismo Durruti, ayudado por varios compañeros, conseguía liberar a Francisco Ascaso, que se encontraba en prisión.



Amigos, Durruti y Ascaso, deciden emprender la marcha hacia Francia. Una vez en París, toman contacto con otros anarquistas allí establecidos, y juntos dan origen a la «Editorial Anarquista Internacional». La creación de esta editorial tenía como fin propagar por todo el mundo las obras ideológicas y de lucha del movimiento libertario. En París tuvieron conocimiento de la muerte de varios de sus compañeros — Del Campo abatido a balazos por la Policía en Barcelona y de la detención de otros Suberviola y Aurelio Fernández.



A finales del año 1924, Durruti y Ascaso embarcaban con rumbo a Latinoamérica. Fue Cuba el punto inicial de su periplo por estas tierras y allí encontraron trabajo como cortadores de caña. Pronto comenzaron su labor en favor de los trabajadores de aquel país, y el punto álgido de sus acciones fue la ejecución de un empresario que mantenía a sus obreros en un lastimoso estado de esclavitud medieval. La activa búsqueda de los dos anarquistas por la Policía les convenció de la necesidad de abandonar la isla, y se dirigieron a México. Allí se encontraron con Jover y Vivancos, y juntos continuaron su peregrinar por Uruguay, Chile, Perú y Argentina bajo la denominación de «Los Errantes».



Waldo Bayer, autor de un libro sobre el anarquista Severino Giovani fusilado en Argentina el 1 de febrero de 1932, narra alguna de las actividades de Durruti y sus compañeros a su paso por el continente americano:



«Si bien ya ha habido antecedentes en nuestro país, de esta clase de anarquismo expropiador, su verdadero auge se debe a la acción emprendida por los anarquistas españoles Francisco Ascaso y Buenaventura Durruti; dos figuras verdaderamente legendarias que, necesitados de seis millones de pesetas exigidas por un juez español para liberar a ciento veintiséis de sus compañeros, inician una serie de asaltos a casas bancarias que comienza en España, con el Banco de Cataluña, sigue en México y luego por los países del Pacífico, asientan sus bases en Chile, donde obtuvieron un buen botín, llegan a la Argentina, donde asaltan el Banco de San Martín, cruzan el Río de la Plata, llegan a Montevideo donde realizan otros asaltos con éxito y luego regresan a Europa en un increíble periplo de coraje a toda prueba y desenfado. Esa gente sabía resolver las situaciones más difíciles con absoluta tranquilidad y sangre fría» (2).



Durruti, Ascaso y Jover, buscados por casi todas las policías de Sudamérica, decidieron regresar a Europa. Para ello embarcaron en un trasatlántico que se dirigía a Inglaterra. Sin embargo, al tener que efectuar el barco una parada de emergencia en Canarias, los tres amigos se creyeron descubiertos y a punto de ser entregados a las autoridades españolas. Afortunadamente para ellos, no había motivo de alarma y, unas semanas después, el barco reemprendió su marcha hasta Inglaterra. Cruzaron el Canal de la Mancha y, poco antes del primero de mayo, se encontraban en París. Allí, Durruti trabajó durante algún tiempo en el sector metalúrgico y conoció a otros anarquistas de gran prestigio: Sebastián Faure, Louis Lecoin, Voline, Pedro Archinof y Néstor Mackno, su alma gemela.



El 14 de julio de 1924 era el día señalado para que Alfonso XIII, acompañado del dictador Primo de Rivera, llegara a París, invitado por el Gobierno francés con motivo de la Fiesta nacional. Enterados de la visita, «Los Solidarios» dedicaron mes y medio a preparar un plan para acabar con la vida del monarca español. Para ello se pertrecharon de gran cantidad de munición, tres fusiles y un automóvil. El atentado se llevaría a cabo en la estación anterior a París, donde el tren en el que viajaba la comitiva real efectuaría una breve parada. El vagón que ocupaban el rey y sus acompañantes sería ametrallado y huirían en el automóvil. Sin embargo, la Policía francesa fue puesta en antecedentes y el plan de los anarquistas quedó frustrado. El 25 de junio, en un modesto hotel parisiense de la calle Legéndre, Durruti, Ascaso y Jover eran detenidos y posteriormente encarcelados. El 2 de julio aparecía la noticia de su detención en la Prensa. Las demandas de extradición por parte de diversos Gobiernos, entre ellos, el de España, no se hicieron esperar. El porvenir de los libertarios españoles se enturbiaba.



Faure y Lecoin promovieron una gran campaña en favor de los detenidos para que no fuesen entregados a ninguno de los Gobiernos peticionarios de la extradición. Los anarquistas españoles fueron juzgados la defensa corrió a cargo de Lecoin y definitivamente indultados en julio de 1927. No obstante, no se les permitía la residencia en territorio francés. La misma Policía francesa les introdujo clandestinamente en Bélgica. Poco después, era la Policía belga quien utilizaba el mismo método con respecto a Francia. Nuevamente descubiertos en este país, Bélgica les admitió, si bien para permanecer allí tuvieron que adoptar una personalidad falsa previo acuerdo con la Policía belga! A propósito de está extraña situación, Ascaso comentaba: «Es lo más curioso que me ha ocurrido nunca. La legalidad sirviéndose de la ilegalidad». Durante este período -1927, exactamente era creada, en Valencia, la FAI —Federación Anarquista Ibérica—, cuyo primer secretario fue el portugués Germinal da Sousa. Su finalidad era activar el movimiento libertario y acercar la CNT hacia el ideal puramente anarquista, en oposición al colaboracionismo y moderación que pregonaban algunos de sus miembros, Pestaña, Peiró, Juan López, etc., lo que posteriormente originó una división entre ambas tendencias. Para pertenecer a la FAI era condición indispensable ser afiliado a la CNT. No nos vamos a ocupar aquí de la estructura y funcionamiento de la FAI, pero sí diremos que con su creación el anarquismo de acción iba a adquirir una nueva dimensión.



El 14 de abril de 1931 era proclamada la Segunda República Española. El 15 regresaba a España Buenaventura Durruti. Este hombre, junto con Ascaso, Oliver, Federica Montseny, Jover y demás partidarios del anarquismo práctico, iban a ser quienes dominarían la nueva organización anarquista.



El 1. ° de mayo la FAI lanzó su primer aviso serio a la República. En el Palacio de Bellas Artes de Barcelona se celebró un gran mitin, en el que se elaboró una lista de reivindicaciones obreras: disolución de la Guardia Civil, expropiación de las pertenencias a órdenes religiosas, desaparición de los monopolios, reparto de los cotos de caza... (3). Allí, Durruti se dirigió al auditorio: «Si fuéramos republicanos, afirmaríamos que el Gobierno provisional se va a mostrar incapaz de asegurarnos el triunfo de aquello que el pueblo le ha proporcionado. Pero como somos auténticos trabajadores, decimos que, siguiendo por ese camino, es muy posible que el país se encuentre cualquier día de estos al borde de la guerra civil. La República apenas sí nos interesa; la aceptamos como punto de partida de un proceso de democratización social...». Una vez finalizado el mitin, se organizó una gran manifestación en cuya cabeza marchaban los inevitables Durruti, Ascaso y Oliver. La Guardia Civil, puesta sobre aviso, hizo frente a la pacífica manifestación. Los resultados del enfrentamiento fueron: dos muertos y varios heridos por los guardias, y un muerto y quince heridos por parte de los cenetistas y un pelotón de soldados de infantería que, mandados por el capitán Miranda, se prestó a defender a los trabajadores del ataque de que habían sido objeto.



La intranquilidad de la clase obrera se hace palpable en todas partes. Los conflictos y las huelgas se suceden por todo el país: Sabadell, Lérida, Gijón, etc. En Madrid, Sevilla y Málaga, los conventos comienzan a arder. Mientras todo esto sucedía, Emilianne Morin, la compañera de Durruti, daba a luz a la hija de ambos: Colette. Casi al mismo tiempo, moría en León el padre de Durruti. Con tal motivo, éste se dirigió a su ciudad natal para asistir al entierro que fue, a la vez que el adiós definitivo a un hombre honrado, un gran homenaje a la presencia de un gran revolucionario. Durruti fue invitado por los sindicatos de la CNT leonesa a un mitin que se celebraría unos días después. Aceptó la invitación el anarquista leonés y, como consecuencia, las autoridades intentaron detenerle. Sin embargo, la amenaza de Durruti les hizo desistir de su propósito: «Detenedme y quizá mañana León y toda y su provincia se vean envueltas en una gran huelga general».



El día señalado para la celebración del mitin, la plaza de toros se encontraba repleta de trabajadores. La reunión estaba presidida por Tejerina, secretario local de la CNT. Allí, Durruti se dirigió a sus paisanos y les habló durante largo tiempo sobre el momento prerrevolucionario que se estaba viviendo en España. Efectivamente, Durruti no se equivocaba. El 18 de enero de 1932 se iba a reducir un gran acontecimiento en la historia del movimiento libertario. El escenario fue la cuenca minera del Alto Llobregat. Ese día se proclamaba allí el comunismo libertario. Figols fue el primer pueblo en lanzarse a la aventura revolucionaria. Tras Figols, Manresa, Berga y varios pueblos más. Inmediatamente, el Gobierno hizo uso de la Ley de Defensa de la República. La rápida intervención del Ejército y la posterior represión fueron las medidas tomadas. Los responsables serían detenidos, pero la represión no sólo se localizó en esta comarca sino que se extendió por toda España. «Durruti dijo a los mineros que la democracia burguesa había fracasado; que era necesario realizar la revolución; que la emancipación total de la clase trabajadora solamente podía conseguirse mediante la expropiación de la riqueza que detentaba la burguesía y suprimiendo el Estado. Aconsejó a los mineros de Figols que se preparasen para la lucha final, y les enseñó la manera de fabricar bombas con botes de hojalata y dinamita» (4).



En la mañana del día 21, Durruti y los hermanos Ascaso eran detenidos. Al amanecer del 10 de febrero, un destartalado y viejo trasatlántico salía del puerto de Barcelona llevando a bordo 125 detenidos como consecuencia de los sucesos del Alto Llobregat. Su destino era Guinea. Sin embargo, el Gobernador de Villa-Cisneros se negó a admitir en su jurisdicción a Buenaventura Durruti, al que consideraba asesino de su padre, Fernando González Regueral, ex-gobernador de Bilbao, cuya ejecución había tenido lugar varios años antes en León. Durruti no había tenido nada que ver en la ejecución material del acto, ya que los autores de este atentado fueron Suberviola y «El Toto». El hecho, en definitiva, fue que Durruti y algunos compañeros detenidos fueron trasladados a Fuerteventura (5).



Una vez que Ascaso y Durruti recobraron la libertad —fueron los últimos en abandonar el destierro junto con Cano Ruiz—, sus esfuerzos se encaminaron hacia la preparación de la sublevación que tendría lugar en enero del 33. Durruti, Ascaso y García Oliver eran los encargados de coordinar el alzamiento en Barcelona. El fracaso de esta sublevación es conocido; sin embargo, los anarquistas lucharon a fondo en diversos puntos del país. En Andalucía, la represión llevada a cabo fue de dimensiones trágicas. Suficientemente conocido es el episodio protagonizado por el mismísimo Azaña: « ¡Ni heridos, ni prisioneros! ¡Tirar al vientre! ».



Poco después, Durruti hacía un análisis sobre el fracaso de la insurrección: «Es cierto que las condiciones no estaban maduras. Si hubiera sido así no estarían muchos de nosotros en prisión. Pero también es cierto que estamos atravesando un período prerrevolucionario y que no podemos permitir a la burguesía que domine la situación haciéndose fuerte en el poder del Estado. Es bajo esta perspectiva como debe interpretarse la tentativa revolucionaria del 8 de enero, puesto que jamás ha pasado por nuestra cabeza la idea de que el éxito de la Revolución consiste en la toma del poder por una minoría que después impondrá su dictadura al pueblo. Nuestra conciencia revolucionaria es opuesta a esta táctica. Nosotros queremos una revolución por y para el pueblo. Fuera de esta concepción no hay revolución posible. Por todo ello, lo que nadie podrá discutirnos es que nuestra intentona no haya cumplido con el objetivo de constituirse en un ataque pensado y dirigido contra el mismo corazón del sistema capitalista y estatal, herido de muerte tras el levantamiento de los mineros del Alto Llobregat».



En abril, Durruti y Ascaso eran detenidos, después de haber asistido a una reunión, cuando se dirigían a sus casas. El jefe de la Policía de Barcelona, Miguel Badía, y el consejero de Orden Público, el fascista José Dencás, hicieron declaraciones en el sentido de que, con la detención de Ascaso y Durruti, «la FAI había quedado completamente desarticulada». Los dos amigos estuvieron en la cárcel de Barcelona hasta julio, en que fueron trasladados al penal de Santa María (Cádiz). Ascaso permaneció allí hasta octubre y Durruti fue liberado unos días antes, después de haber sido juzgado como «vagabundo», una de tantas fórmulas jurídicas que los Gobiernos idean como justificación de sus arbitrarias detenciones. « ¡Aplicarme a mí la ley de vagabundos! ¡A mí, que me he pasado la vida trabajando! —decía Durruti encolerizado—. Acepto que se me acuse de disparar contra la fuerza pública, o de tratar de transformar esta sociedad que desapruebo y execro, pero... ¡acusarme de vagabundo!... ¡No hay ningún juez que tenga el derecho de juzgar al obrero Durruti como a un vagabundo! ¡Decídselo así a vuestros superiores!».



En noviembre del 33 las derechas ganan las elecciones, pasando a gobernar Lerroux y sus radicales que serían posteriormente apoyados por el reaccionario Gil-Robles y su organización de Derechas Autónomas. Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno fue declarar el Estado de Emergencia por temor a que los trabajadores se levantaran contra el derechismo gubernamental. En efecto, el 8 de diciembre, varios puntos de la península se encontraban en huelga general: Barcelona, Valencia, Granada, Córdoba, Badajoz, Huesca... En las demás capitales reinaba una gran confusión. Aragón era el principal centro de la insurrección. En Barbastro, Calanda, Alcampiel, Valderrobles, Alcoriza y otros pueblos hubo numerosos enfrentamientos con las fuerzas gubernamentales. En casi todos ellos se llegó a proclamar el comunismo libertario. Como consecuencia de la represión llevada a cabo, hubo más de ochenta muertos y las cárceles se vieron de nuevo repletas. Allí fueron a parar Durruti, Cipriano Mera e Isaac Puente, componentes del Comité Nacional Revolucionario cuya misión era coordinar el alzamiento.



La mayoría de los detenidos fueron, sin embargo, liberados muy pronto merced a la imaginación de Durruti, que arguyó un audaz plan que sus compañeros no detenidos se encargaron de llevar a la práctica. «La Voz de Aragón» daba así la noticia: «Ayer tuvo lugar un suceso de una audacia increíble. Un grupo de siete individuos, armados con pistolas, penetraron en las dependencias del Tribunal de Urgencia de Zaragoza, donde se instruye la causa por los recientes acontecimientos revolucionarios: los asaltantes sorprendieron a los jueces y sus secretarios cuando se encontraban más atareados, obligándoles a permanecer inmóviles, tras lo cual se apoderaron de la totalidad del sumario concerniente al movimiento de diciembre último. Después de esto, los siete hombres desaparecieron a toda prisa» (6).



Los nuevos interrogatorios sólo pudieron probar la «culpabilidad» de los responsables más significados, entre ellos los tres componentes del Comité Revolucionario. Durruti, Mera y Puente fueron conducidos al penal de Burgos, donde permanecieron hasta recobrar la libertad en el mes de mayo.



Por lo que a la política del gobierno se refiere, parece que la crisis estaba cerca. Los reaccionarios se estaban aproximando de un modo alarmante a las esferas del poder. «La Solidaridad» así lo hacía notar: «Nuestra consigna suprema es: «Frente a todo intento fascista; frente a no importa qué tipo de dictadura; frente a toda revolución política, la revolución social de los trabajadores ibéricos. Frente a toda transmisión de poderes, la consigna revolucionaria de los trabajadores: destrucción del Estado, negándoles la obediencia que lo sostiene. Ocupación de las fábricas, de los talleres, de todos los lugares de trabajo. Socialización de las tierras, incautación de los municipios por las fuerzas populares. Proclamación de la comuna libre». ¡Obreros! ; Trabajadores todos de España, militéis donde sea, os adjetivéis comunistas, socialistas, sindicalistas o anarquistas!... ¡Por la Revolución, por la Libertad, por la Justicia, por la Anarquía!...» (7).



Mientras, en Barcelona continúa la huelga de tranvías. En Madrid, el ramo de la construcción acuerda el paro. En Tarragona, Valls, Manresa, etcétera, las huelgas se intensifican. En Zaragoza, abril comienza con el preludio de una gran huelga general que habría de durar treinta y seis días. Hubo despidos, detenciones...; sin embargo, los trabajadores no desanimaron. Fue en Zaragoza donde se iba a manifestar de un modo grandioso esa solidaridad que los militantes libertarios pregonaban. Una gran caravana de camiones fue organizada para recoger a los hijos de los huelguistas y llevarlos a las casas de las familias obreras que, por toda España —principalmente Cataluña—, se habían ofrecido para acoger a los niños zaragozanos mientras la huelga durase. Allí, en el centro vital de la operación, se encontraba una vez más Buenaventura Durruti, a cuyo esfuerzo se debió en gran parte que un puñado de hombres, los desheredados, dieran una de las más grandes e impresionantes demostraciones de solidaridad humana.



El «bienio negro», 1934-1936, siguió transcurriendo entre huelgas, detenciones arbitrarias, tiroteos, asesinatos de obreros... Triste balance provocado por la ascensión al poder de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), comandada por aquél al que la gran mayoría del país veía como el más fidedigno representante del advenimiento del fascismo: Gil-Robles. No andaban, en absoluto, desencaminados quienes así pensaban. La revolución asturiana del 34 y su posterior represión es un ejemplo fiel, a la vez que estremecedor, de lo que los Gobiernos pueden hacer con unos hombres indefensos y desesperados que se habían lanzado a la lucha, sin importarles lo más mínimo lo único que todavía les quedaba por perder: la vida. Eran el ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, y el general Franco quienes dirigían, desde Madrid, las operaciones militares que aplastaron el movimiento insurreccional asturiano. Por estas fechas, 5 de octubre, Durruti es encarcelado de nuevo. Mientras el proceso de desintegración del régimen del «bienio negro» se acelera hasta alcanzar su punto culminante el 9 de diciembre de 1935. Lerroux se ve obligado a abandonar el cargo y es sustituido por Portela Valladares, nombrado por el presidente Alcalá Zamora. De esta forma quedaron frustradas las esperanzas de Gil-Robles, que soñaba con el poder absoluto. Portela disolvió el Parlamento y se fijaron elecciones para el 16 de febrero. Durante los dos primeros meses de 1936, se suceden los mítines organizados por la CNT v la FAI en contra del fascismo y abogando por la unidad revolucionaria. Ante la proximidad de las elecciones, los libertarios más prestigiosos ya no pregonaban el absentismo dando total libertad a la afiliación, ya que de no ser así, se corría el riesgo de que las derechas volvieran a ganar en los comicios y eso era un riesgo demasiado peligroso. Fue por esta decisión y por el apoyo de los Anarquistas lo que permitió ganar las elecciones.



Triunfante en las elecciones el Frente Popular, las reformas se van haciendo necesarias. Así lo hace ver Durruti el 4 de marzo, en el transcurso de un mitin celebrado en el Price de Barcelona. Aludiendo a la restauración de la Generalidad y de Companys, Durruti decía: «No venimos aquí a celebrar festejos por la llegada de unos señores. Venimos a decir a los hombres de izquierda que fuimos nosotros los que determinarnos su triunfo, y que somos nosotros los que mantenemos los conflictos que deben ser solucionados inmediatamente. Nuestra generosidad determinará la reconquista del 14 de abril» (8).



En mayo, del 1 al 12, se celebraba en Zaragoza el IV Congreso de la CNT, que se auguraba como de gran importancia. El primer hecho que sorprendió fue el elevado número de asistentes: 649 delegados en representación de 982 sindicatos y 550.595 afiliados. (Por aquellas fechas, el contingente de trabajadores encuadrados en la CNT se aproximaba al millón y medio.) En este Congreso se convocó a los sindicatos disidentes los treintistas que se mostraron dispuestos a su reintegración en el seno de Confederación. El triunfo de la FAI era inapelable. Durante las sesiones del Congreso, se pasó revista a los problemas más acuciantes de la clase trabajadora y se teorizó sobre su solución inmediata: paro forzoso, disminución de horas en la jornada laboral sin que el sueldo disminuyera, reforma agraria, oposición al lock-out patronal, retiro, etc. También se trató la situación político-militar del país, se clarificaron los conceptos sobre el comunismo libertario y se planteó la cuestión de la alianza revolucionaria.



El día de la clausura se celebró en la plaza de toros de Zaragoza un espectacular mitin, al que acudieron varios miles de trabajadores procedentes de toda España. La ciudad estaba prácticamente «tomada» por los anarco-sindicalistas. El éxito del Congreso al que Durruti asistió como representante del Sindicato Único Fabril y Textil de Barcelona quizá fuera una de las causas primordiales que aceleró, si no contribuyó de manera decisiva, los sucesos venideros. El 18 de julio de 1936 se iniciaba la sublevación militar. Muchos de los más prestigiosos hombres de izquierda fueron casi sorprendidos. Las dudas y la falta de decisión de las primeras horas constituyeron una de las razones fundamentales de la derrota republicana. No era éste el caso de CNT-FAI. Los militantes barceloneses ya trataban, días antes, de conseguir armas con el fin de impedir que los militares de Barcelona se alzaran. La negativa de Companys a armar al pueblo exasperó los ánimos de los anarquistas. Ellos fueron los primeros en lanzarse a la calle con el propósito de frenar la intentona militar. A las pocas horas de producirse el intento militar, se luchaba tenazmente en los centros neurálgicos de la ciudad. Al frente de las fuerzas populares se encontraban Durruti, Ascaso, Jover, García Oliver, Aurelio Fernández y otros significados anarcosindicalistas de la región. De momento, parecía que la sublevación había sido controlada. El mismo general Goded, jefe de los sublevados en aquella zona, era detenido. Durruti parecía mostrarse satisfecho de los resultados conseguidos. Sin embargo, el lunes día 20, el anarquista leonés sufría un duro golpe: frente al cuartel de Atarazanas lugar donde los anarquistas encontraron la más dura resistencia moría de un balazo en plena frente Francisco Ascaso. El suceso encorajinó de tal modo a Durruti que él mismo se dirigió al lugar donde se libraba la batalla y se lanzó contra las puertas del cuartel. Sus compañeros, animados por el ejemplo, no tardaron en imitarle y poco después la bandera blanca ondeaba en el reducto de los militares. Los anarquistas habían acabado con el movimiento faccioso de Barcelona en cuestión de treinta y dos horas.



El 21 de julio se constituía un Comité Central de Milicias Antifascistas, que quedó estructurado del siguiente modo: tres representantes de la UGT, José del Barrio, Salvador González y Antonio López; tres de la Esquerra, Juan Pons, Jaime Miravitlles y Artemio Ayguadé; uno de Acción Catalana, Tomás Fábregas; uno de la Unión de Rabassaires, José Torrents Rosell; uno del POUM, José Rovira; uno del PSOE, José Miret; dos de la FAI, Aurelio Fernández y Diego Abad de Santillán; y tres de la CNT, Juan García Oliver, José Arens y Buenaventura Durruti. Una vez formado el Comité, publicó un bando cuya finalidad abarcaba un doble objetivo: reclutar hombres y crear las suficientes medidas de seguridad en la retaguardia. El texto del bando pecaba en cierto modo de dirigismo, por lo que no satisfizo en absoluto a Durruti. En algún momento se llegó a temer un enfrentamiento entre él y el Comité. Pero no llegó a producirse, ya que Durruti consiguió formar su columna de milicianos muy pronto con el fin de dirigirse a Zaragoza, cuya conquista era vital para el posterior desarrollo de la contienda, y así poder llevar a cabo su propia lucha revolucionaria, fuera de los cauces de la política al uso. El 24 de julio, la legendaria «Columna Durruti» salía de Barcelona con destino a Aragón. El comandante Pérez-Farrás formaba parte de la columna como delegado y técnico militar. Durruti y Pérez-Farrás no llegaron casi nunca a estar de acuerdo en las decisiones que había que tomar, concebían un ejército donde la autoridad y la disciplina férrea estuvieran ausentes. Parece ser que Farrás se volvió más tarde a Barcelona, sustituyéndole como técnico militar el sargento Manzana, quien se iba a convertir en un eficacísimo colaborador de Durruti. Manzana era un hombre allegado a la ideología cenetista, y, por tanto, totalmente antimilitarista. Momentos antes de partir hacia el frente, el periodista canadiense Von Passen mantuvo una entrevista con Durruti, que fue publicada en el «Toronto Star» y que por su interés creo oportuno transcribir:



DURRUTI. El pueblo español quiere la Revolución y está en trances de hacerla, a lo cual se oponen los fascistas. Este es el planteamiento general. En tales condiciones, no hay más que dos caminos: la victoria de los trabajadores, es decir, la libertad, o el triunfo de los facciosos, que significa la tiranía. Ambos contendientes saben muy bien lo que les espera si son vencidos. Por esta razón yo creo que la lucha será dura. Para nosotros se trata de destruir la reacción fascista de tal forma que no levante ya nunca más la cabeza en España. De hecho estamos dispuestos a acabar con el fascismo de una vez por todas, incluso a pesar del gobierno republicano.



VON PASSEN. ¿Por qué a pesar del gobierno republicano? ¿Es que acaso el gobierno republicano no lucha también contra la rebelión fascista?



Durruti. No hay gobierno en el mundo que luche contra el fascismo para destruirlo. Cuando la burguesía ve que el poder se les escapa de las manos, recurre al fascismo para mantener sus privilegios. Es lo que ha ocurrido en España. Si el gobierno republicano hubiera deseado de verdad poner fuera de combate a los fascistas, hace ya tiempo que lo habría podido hacer. En lugar de combatirlos a fondo, no ha hecho más que buscar compromisos y acuerdos. Incluso en este momento, hay miembros del gobierno que hablan de adoptar medidas más bien moderadas contra los fascistas.



Von Passen. P.Largo Caballero e Indalecio Prieto han afirmado que la misión del Frente Popular era la de salvar la República y restaurar el orden burgués, mientras que tú, Durruti, me dices que el pueblo quiere llevar la Revolución mucho más lejos. ¿Cómo interpretar esta contradicción?



Durruti. El antagonismo es evidente. Esos señores, como demócratas burgueses que son, no pueden tener otras ideas que las que profesan. Pero el pueblo, la clase obrera, no se engaña. Los trabajadores saben lo que quieren. Nosotros luchamos no por el pueblo, sino con el pueblo, es decir, por la Revolución. Somos conscientes de que en esta lucha estamos solos y que no podemos contar más que con nosotros mismos. Desde un principio sabemos ya cuál será la actitud de Rusia. Para la Unión Soviética, después de haber hecho su revolución pequeño burguesa, lo que cuenta es su tranquilidad. Por esta tranquilidad, Stalin ha sacrificado a luti trabajadores alemanes, cosa que ya hizo anteriormente con los chinos. Por eso nosotros queremos hacer nuestra propia razón por lo que creemos que hoy mejor que para mañana: si es posible antes de que estalle la próxima guerra europea. De este modo nuestra actitud servirá de ejemplo a los obreros italianos y alemanes, los cuales podrán apreciar cómo se lucha contra el fascismo. Es por esta razón por la que creemos que nadie nos ayudará. Hitler y Mussolini, lo mismo que los demócratas ingleses y franceses, temen el contagio revolucionario, que es lo que, en otro sentido, le ocurre también a Stalin.



Von Passen. ¿Entonces tú, Durruti, no crees que Francia e Inglaterra puedan ayudaros, una vez que se concrete el apoyo de Hitler y Mussolini a vuestros enemigos?



Durruti. No hay gobierno alguno que desee ayudar a una revolución proletaria. Sin embargo, es posible que las rivalidades que existen entre los distintos imperialismos puedan influir en nuestra lucha. Franco, por ejemplo, es indudable que hará lo que pueda para poner a Alemania contra nosotros. Pero esto, al fin de cuentas, no es lo más importante, como ya he dicho antes, no esperamos ayuda de nadie, ni siquiera de nuestro gobierno» (9).



La toma de Caspe fue el primer enfrentamiento serio que la «Columna Durruti» hubo de librar. Una vez conquistada la plaza, los milicianos abrieron su radio de acción y todos los pueblos inmediatos fueron conquistados: Peñalba, Osera, Monegrillo, Fortlete, Bujaraloz, Candasnos, Valfarta, Pina del Ebro, ...



Durruti estableció el puesto de mando cerca de Bujaraloz. Allí recibía a periodistas y amigos, Faure y Simone Weill entre estos últimos, y preparaba los planes de la guerra y de la revolución. Durruti, al igual que el ucraniano Mack no, pensaba que la guerra y la revolución social eran dos cosas poco menos que inseparables. Las colectividades agrícolas comenzaban a funcionar apenas la columna realizaba una conquista. La colectivización aragonesa llegó a abarcar más del 70 por 100 de la población de aquella región. El número de colectividades era de 450 y la adhesión a este tipo de explotación comunal de la tierra era totalmente voluntaria.



Fue así como, unidos los intereses de los campesinos, se formaba en una asamblea, y por decisión de la mayoría el Consejo de Aragón, que vio la luz en Bujaraloz y era el encargado de coordinar el proceso colectivizador. El Consejo, promovido por Durruti, se llegó a formar a pesar de la oposición de algunos compañeros del leonés, como Antonio Ortiz y Gregorio Jover, y de la tenaz resistencia opuesta por los comunistas. Durante el desarrollo de la lucha en Aragón, los grandes propietarios huían despavoridos ante el demoledor avance de la «Columna Durruti», que aplastaba todo foco de resistencia que encontrara a su paso. Respecto a las ruinas que ocasionaban los ataques de los milicianos anarquistas, decía Durruti al corresponsal del «Montreal Star»: «Hemos vivido siempre en míseros barrios, y si destruimos, también somos capaces de construir. Fuimos nosotros quienes construimos en España, en América y en todas partes, palacios y ciudades. Nosotros los trabajadores podemos construir ciudades mejores todavía; no nos asustan las ruinas. Vamos a convertirnos en los herederos de la tierra. La burguesía puede hacer saltar por los aires y arruinar su mundo antes de abandonar el escenario .de la Historia. Pero nosotros llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones» (10).



Por otra parte, la escasez de armas era la principal obsesión de Durruti. Esta escasez, según testimonio a Gerorge Orwell, era terrible. El mismo Orwell se extrañaba de que no se produjeran deserciones en masa: «No había nada que les stljetara en el frente, salvo la lealtad de clase (11).



Para tratar de solucionar este problema, Durruti se trasladó a Madrid, con el fin de entrevistarse con Largo Caballero, que ocupaba la Presidencia y el ministerio de la Guerra. Largo tampoco proporcionó armas a Durruti. Pidió a éste que regresara al frente de Aragón y prometió enviarle dinero para la adquisición de armamento. Durruti regresó a Aragón, pero el dinero no llegó nunca. El boicot incomprensible desde cualquier punto de vista propugnado por los estamentos gubernamentales contra Durruti y los anarquistas, era manifiesto. Pierre Besnard, secretario general de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores), realizó una visita a la España republicana en 1936. Su objetivo era internacionalizar el conflicto, de modo que Inglaterra y Francia intervinieran en favor de los republicanos. No se vio favorecido por el éxito. En su informe sobre su visita decía: «...La revolución española está retrocediendo, pero no tiene la culpa el pueblo, que lucha con entusiasmo incomparable, sino sus dirigentes, que van a remolque de los acontecimientos, demostrando que han perdido la iniciativa revolucionaria y que están dispuestos a aceptar las situaciones más humillantes, como la que tuve que soportar yo mismo frente a Largo Caballero Si el anarquismo comete la estupidez de colaborar con Largo Caballero, aunque sólo sea apoyándole, la Revolución estará irremediablemente perdida. El único medio que existe para salir de este círculo infernal es la prueba de la fuerza. Pero yo me pregunto si los dirigentes de la CNT son los mismos hombres que se lanzaron a la calle el 19 de julio...



Diríase que solamente hay uno que escape a esta regla: Durruti, un revolucionario nato y original, que en muchos aspectos recuerda a Néstor Mackno. Al igual que el guerrillero ucraniano, Durruti tampoco se separa del pueblo, contrariamente a lo que hacen otros dirigentes. Por lo demás, Durruti es superior a Mackno en algunos puntos, sobre todo en lo que se refiere al dominio que el español ejerce sobre sí mismo» (12).



El hecho claro es que Durruti se encontraba prácticamente solo. Incluso muchos de sus camaradas más antiguos, como García Oliver, se habían dejado arrastrar hacia la politización. Otros, como Abad de Santillán, se movían en una especie de ambivalencia, que resultaba totalmente desconcertante. En octubre del 36, Madrid se encontraba en peligro. Largo Caballero se dirigió a todas las organizaciones para tratar de aunar esfuerzos. Se formó, como primera medida, un nuevo Gobierno y cuatro representantes de la CNT entraron a formar parte de él: Juan López, Juan Peiró, Federica Montseny y Juan García Oliver. Inmediatamente después de formado el Gobierno, sus componentes se trasladaron a Valencia, y en Madrid quedaba constituida una Junta de Defensa presidida por el general Miaja. Se pidió la colaboración de los anarquistas para la defensa de Madrid. Horacio M. Prieto, secretario general de la CNT, se dirigió rápidamente a Aragón. El motivo del viaje no era otro sino entrevistarse con Durruti. Su colaboración en la defensa de Madrid era considerada vital. « ¡No hay nada que hablar! ¡Yo no pienso moverme de Aragón!», fue la respuesta de Durruti. Prieto arguyó razones de tipo disciplinario y de responsabilidad. Durruti le contestó: « ¡Yo no conozco otra disciplina que la Revolución. En cuanto a los demás, aprendeos esto de una vez: ¡Yo me cago en vuestras responsabilidades de burócratas!» (13).



Poco después, eran Abad de Santillán y Federica Montseny quienes trataban de convencer a Durruti. Por fin, ante la cantidad de presiones, Durruti, con un contingente de 1.800 milicianos, parte hacia Madrid. El sargento Manzana le acompañaba como técnico militar, y como secretario iba Mora. Al mando de las agrupaciones que formaban la columna, iban Bonilla, José Mira y Liberto Roig. Miguel Yoldi, Ricardo Rionda y el propio Durruti formaban el Comité de Guerra. El 15 de noviembre, los hombres de Durruti ya se encontraban en la Ciudad Universitaria de Madrid haciendo frente a las tropas fascistas. El lugar de destino de los anarquistas, el más comprometido y peligroso, hizo que las bajas alcanzaran en muy poco tiempo un elevado número. El día 18, la «Columna Durruti» solamente contaba con 700 hombres de los 1.800 que se habían desplazado a la capital. El día 19, los milicianos de Durruti se prepararon para asaltar el Hospital Clínico, defendido por tropas moras y Guardia Civil. Las indicaciones dé: Durruti no fueron seguidas con exactitud y, como consecuencia, sólo se pudieron tomar parte de las plantas del Clínico, quedando en la parte superior tropas nacionales. Poco después, le llegan noticias a Durruti de que sus hombres querían abandonar el Clínico. Durruti, acompañado por Julio Grave (chofer) y por Bonilla y Miguel Yoldi (parece ser que también iba Manzana), se dirigió hacia el Hospital. Durante el trayecto, poco antes de llegar al punto de destino, Durruti y sus acompañantes se encontraron con un pequeño grupo de milicianos, que daban la sensación de ser descontentos que abandonaban su puesto de combate. Durruti habló con ellos y les convenció para que volvieran a sus puestos. Una vez diluido el confusionismo creado por esta situación, Durruti se acercó al coche. En este momento sonó un fogonazo, y el anarquista leonés se desplomaba al suelo con una bala incrustada en su pecho. En el Ritz, convertido en hospital, los doctores Bastos, Monje, Fraile y Santamaría firmaban en la madrugada del día 20 de noviembre de 1936 el diagnóstico final de Buenaventura Durruti: «Muerte causada por una hemorragia pleural», El proyectil se encontraba alojado en la región del corazón (14).



La desmoralización hizo presa entre los combatientes anarquistas. La muerte de su compañero, acaecida en circunstancias extrañas, les afectó en gran manera. La mayoría de los milicianos libertarios abandonaron Madrid y regresaron a Aragón. Martínez Bande, historiador y militar, comenta acerca de Durruti:...«Buenaventura Durruti había aparecido desde los momentos iniciales de la guerra como el «líder» anarquista más interesante, el más arrojado en un mundo de arrojados, y el que seguramente también comprendió primero qué es lo que había pasado en España tras el 18 de julio. Esto es, el que mejor supo adaptarse a las circunstancias de la guerra. El potenció a sus hombres, a quienes muchos calibraron, seguramente, casi como pequeños dioses, a la sombra de un dios máximo. Por esto cuando éste cae en combate, el Olimpo anarquista de la Ciudad Universitaria se desploma» (15).



Exactamente treinta y nueve años antes que su gran enemigo, el general Franco, moría en la madrugada del 20 de noviembre de 1936 la última gran esperanza del anarquismo: Buenaventura Durruti. En la tarde del domingo 22 de noviembre, una gran masa de trabajadores (alrededor de medio millón) daba su último adiós a Durruti en Barcelona. El cortejo fúnebre, que atravesó varias calles de la ciudad (entre ellas, la Vía Layetana: Avenida de Buenaventura Durruti hasta el final de la guerra) con destino al Cementerio Nuevo, fue un impresionante espectáculo, en el que millares de hombres acudieron a rendir el postrer homenaje a su compañero. Quizá haya sido ésta al igual que ocurrió en Rusia en el entierro de Kropotkin la última gran manifestación libertaria de un país donde el anarquismo tuvo una acogida y difusión

como en ningún otro del mundo.



* Sobre la muerte de Durruti, Antonio Bonilla, hoy día residente en Zaragoza, mantiene una tesis nunca argumentada hasta ahora. En el número 80 del semanario «Posible», el antiguo compañero de Durruti confiesa a Pedro Costa Muste: «No cabe duda de que la bala que mató a Durruti salió del naranjero que portaba Manzana. Pudo ser casual o intencionadamente. Hoy, a la vista de lo que ocurrió después, opto por creer que fue intencionado el disparo». Lo que ocurrió después, según Bonilla, es que Manzana desapareció sin dejar rastro. Manzana se ha mantenido ilocalizable, desde entonces, en algún lugar de México, ignorándose si aún vive.



Como con Zamora, el Che o Zapata, su muerte tiene estigmas de traición y el principal sospechoso, el PCE estalinista, desatará pocos meses mas tarde una brutal persecución contra anarquistas y demás radicales que no solo liquidó la Revolución amenazante, sino que fue el comienzo del fin de la propia República que decían salvaguardar.



40 años de existencia intensa tuvo este hombre que lucho por sus ideales sin treguas ni fanatismos; que nunca dejó de vivir de su trabajo; que actuaba tanto como leía y pensaba; que amó, soñó y tuvo amigos entrañables. En fin, Buenaventura Durruti fue lo que fue, y también lo que de mejor queda en nosotros cuando compartimos su trayectoria luminosa.







1) Pío Baroja: "El Cabo de las Tormentas". Espasa-Calpe. Madrid.



(2) Waldo Bayer: «Severino Giovani, Editorial Galerna. Buenos Aires.



(3) «El Luchador», 8 de mayo de 1931.



(4) G. Gilabert: «Un héroe del pueblo: Durruti,,. Buenos Aires.



(5) Sobre los acontecimientos de Figols, ver: Eduardo de Guzmán, TIEMPO DE HISTORIA, n.° 14: «Cuando Figols proclamó el comunismo libertario».



(6) «La Voz de Aragón», 25 de enero de 1934.



(7) «La Solidaridad», 3 de marzo de 1934.



(8) «Solidaridad Obrera», 6 de marzo de 1936. Citado por John Brademans: Anarco-sindicalismo y Revolución en España, 1930-1937». Ariel. Barcelona.



(9) «Toronto Star», 18 de agosto de 1936.



(10) «Montreal Star», 30 de octubre de 1936. Citado por Hugh Thomas: «La Guerra Civil Española». Ruedo Ibérico. París.



(11) George Orwell: «Homenaje a Cataluña». Ariel. Barcelona.



(12) julio C. Acerare: «Durruti». Bruguera. Barcelona.



(13) Idem.



(14) Idem.



(15) JoanLlarch: «La muerte de Durruti. Ediciones Aurea. Barcelona