domingo, 3 de mayo de 2020

ARTICULO DE RUDOLF ROCKER SOBRE EL PRIMERO DE MAYO, PUBLICADO EN EL SEMANARIO TIERRA Y LIBERTAD DEL 1º DE MAYO DE 1936. LA ILUSTRACIÓN ES LA QUE ACOMPAÑA EL TEXTO.

Artículo de Rudolf Rocker sobre el Primero de Mayo, publicado en el semanario Tierra y Libertad del 1 de mayo de 1936. La ilustración es la que acompañaba al texto. 🏴 "Sobre las silenciosas tumbas de Wladheim aparece el primer rayo matutino del primer día de mayo y tiembla suavemente en el modesto monumento a los cinco anarquistas que sucumbieron en noviembre de 1887 en manos del verdugo. De la tumba común de aquellos cinco mártires brotó la idea universal del Primero de Mayo -una realización poderosa de las últimas palabras de August Spies, cuando el verdugo le echaba al cuello la cuerda fatal: «Salud, oh tiempos, en que nuestro silencio será más poderoso que nuestras voces sofocadas hoy por la muerte». El espantoso asesinato de Chicago fue el lóbrego epílogo de aquel gran movimiento que se produjo el Primero de Mayo de 1886, en todos los centros industriales de los Estados Unidos, a fin de obtener para el proletariado americano, con el arma de la huelga general, la jornada de ocho horas. Pero aquellos cinco, cuyos restos descansan bajo el verde césped de Waldheim, fueron los portavoces más valientes y atrevidos de la gran lucha entre el capital y el trabajo, y hubieron de pagar con su vida la fidelidad a los hermanos de dolor. Inspirado por el espíritu de los cinco ahorcados, el Congreso Internacional de París, en 1889, concibió la resolución de proclamar el Primero de Mayo como día del proletariado universal, y jamás halló un acuerdo, un eco tan poderoso y entusiasta como ese, en los pobres hogares de los desheredados. Se vio en la ejecución práctica de ese acuerdo un símbolo de la emancipación próxima. Ni la rabia ciega de los explotadores ni los miserables intentos de castración de los políticos socialistas, fueron capaces de confundir el profundo sentido de esa manifestación característica o de hacerla degenerar a la larga. Como una chispa ardiente la idea vivió en el corazón gigante del pueblo laborioso de todos los países, y ni siquiera en los tiempos de la más dura reacción pudo ser extirpada. Pues era una idea surgida de lo profundo y debía estimular hondamente en el espíritu de las masas una esperanza alegre que pugnaba por una expresión viviente y apelaba vigorosa y rememoradora a la conciencia de los oprimidos. De lo profundo brotó un nuevo pensamiento: No es arriba donde puede florecer para nosotros la salvación: es de debajo de donde debe venirnos la fuerza que romperá nuestras cadenas y dará alas a nuestro anhelo. Un símbolo es para nosotros el Primero de Mayo, un símbolo de la liberación social por la vía de la acción directa, que haya su más acabada expresión en la huelga general. Todos los que sufren la servidumbre y a quienes la preocupación cotidiana por la existencia imprime su sello, el enorme ejército de los que sacan los tesoros de la tierra, de los que trabajan en los altos hornos o dirigen el arado en los campos, los millones de los que han de pagar al capital en innumerables fábricas y talleres su tributo de sangre, los obreros intelectuales y manuales de todos los continentes -todos son partes de aquella asociación grande e invencible, de cuyo seno saldrá un nuevo futuro cuando el conocimiento de su desconsolada existencia llegue a la conciencia de cada uno-. Sobre sus espaldas descansa un mundo entero: tienen en sus manos el destino de la sociedad entera, y sin su fuerza creadora toda la vida humana es condenada a la muerte. La venta del trabajo de sus manos y de su espíritu es la causa oculta de su servidumbre y de su dependencia: por consiguiente, la negativa de su trabajo para los monopolistas debe convertirse en el instrumento de su emancipación. El día que esa convicción ilumine el espíritu de los oprimidos, ese día comenzará el gran crepúsculo de los dioses de la sociedad capitalista. El Primero de Mayo debe ser para nosotros una enseña intuitiva que lleve a la conciencia de los laboriosos y de los oprimidos la fuera enorme que tienen en sus manos. Esa fuerza que arraiga en la economía, es nuestra actividad de productores. De ella nace la sociedad cada día, de ella recibe en todo momento la posibilidad de existir. En ese aspecto nada vale el miembro de un partido, sino el minero, el ferroviario, el herrero, el campesino -el hombre que produce los valores sociales y cuya energía creadora mantiene al mundo en sus conexiones-. Aquí está la palanca de nuestra fuerza: en esa fragua debe ser forjada el arma que herirá de muerte al becerro de oro. No se trata de la conquista del poder, sino de conquistar la fábrica, el campo, la mina. Pues todo poder político no fue nunca más que la violencia organizada para imponer a las grandes masas del pueblo la dependen, la economía de minorías privilegiadas. La opresión política y la explotación económica marchan siempre de la mano, se completan recíprocamente y la una no puede existir sin la ayuda de la otra. Es un absurdo creer que constituirán una excepción futuras instituciones de gobierno. Lo decisivo no es la etiqueta exterior, sino la esencia de una institución; y la peor forma de la tiranía fue siempre la que se ejerció en nombre del pueblo o de una clase, por gentes para quienes «pueblo» y «clase» no son más que tapujos que simulan sus codicias personales de mando. Por consiguiente, toda verdadera lucha contra el monopolio de la posesión es al mismo tiempo también una lucha contra el poder que lo protege, y lo mismo que el gobierno del proletariado militante en el terreno económico es la abolición y la superación del monopolio privado en todas sus formas, su objetivo político debe ser la extirpación y la superación de toda institución de poder. El que desea una de ambas cosas para vencer la otra, no ha comprendido la verdadera significación del socialismo y no es más que heredero del principio de autoridad, piedra angular hasta aquí de toda tiranía. Un símbolo de la solidaridad internacional debe ser el Primero de Mayo, de una solidaridad no limitada por los cuadros del Estado nacional, que corresponden siempre a los intereses, no importa qué idioma hablen y bajo qué bandera nacional hayan nacido. Pero entre los explotados del mismo país existe una guerra ininterrumpida que no puede ser solucionada por ningún principio de autoridad y que tiene sus raíces en los intereses contradictorios de las diversas clases. Todo nacionalismo es un disfraz ideológico de los verdaderos hechos; puede dirigir en un momento dado las vastas masas hacia sus cuadros mentirosos, pero no es capaz de suprimir del mundo la brutal realidad de las cosas. Los llamados intereses nacionales, sólo son puestos por las clases dominantes en la balanza cuando son idénticos a los intereses de su bolsa y producen el necesario porcentaje de ganancias. Y si millones de pobres diablos dieron su vida o sus miembros sanos para la locura de la gran masacre de los pueblos, no fue porque tenían que satisfacer tal o cual deuda de honor nacional, sino porque su cerebro fue entenebrecido por prejuicios artificialmente creados y no han comprendido sus propios intereses. Por eso el Primero de Mayo es para nosotros una poderosa manifestación contra todo militarismo, y contra la gran mentira del nacionalismo, tras los cuales sólo se ocultan los brutales intereses de las clases posesoras. Hay que crear un nuevo porvenir sobre los fundamentos del socialismo libertario, ante cuyo fresco aliento desaparecerán las muertas concepciones de los tiempos pasados y las corroídas instituciones del presente en el abismo de lo que ha sido, para abrir la era de la verdadera libertad, de la verdadera igualdad y del amor humano. En este sentido celebramos el Primero de Mayo como símbolo de un devenir próximo que germinará en el seno del pueblo revolucionario, para redimir al mundo de la maldición de clases y de la esclavitud del salariado". 🏴