domingo, 10 de octubre de 2010

PROGRESO FERNANDE, UN MIEMBRO FUNDADOR DE LA F.A.I.

Federación Anarquista Ibérica FAI








Antonio Fernández Bailén, nombre que más tarde cambió por el de Progreso, nació a finales del pasado siglo. Desde muy joven fue un activo militante, y tuvo que exiliarse a Francia para eludir el servicio militar. Su actitud antimilitarista fue permanente a lo largo de toda su vida, incluso en los momentos más difíciles. Su avidez por la lectura también fue muy temprana. Siempre pendiente de que salieran los fascículos por entrega, cada semana Progreso estaba impaciente por conseguir el número correspondiente, que entonces costaba unos céntimos o unos reales. Bibliófilo, amante de la lectura, consideraba la sabiduría y el conocimiento como indispensables para la emancipación humana.







Uno de los fundadores de la FAI, durante una entrevista que le hicimos a finales de julio del 94, nos manifestó que la primera reunión que se celebró para su creación no se llevó a cabo (como han escrito numerosos historiadores, incluidos algunos de nuestros medios, como Gómez Casas) en la playa valenciana del Cabañal, sino en las afueras de Patraix, barrio de la capital levantiva, lugar donde había un manicomio. En la casa de la compañera Aurora López, en un amplio corral, tuvo lugar el encuentro. Acudieron delegaciones de todos los rincones de la Península, y las que no pudieron asistir enviaron su adhesión. La segunda reunión se celebró en la aldea del Saler, a orillas del Mediterráneo. Pocos años después, ya establecida la II República, una serie de compañeros fueron deportados; Progreso, al Sahara. Durante la Guerra, habiendo regresado de la deportación, se dedicó a la enseñanza, una enseñanza anticlasista.



Poco antes de cargar en la furgoneta las veintidós cajas con los libros, estuvimos conversando con Libertad y Armonía, que nos comentaron algunas anécdotas de la vida de su padre durante el franquismo. Como teníamos curiosidad por saber si habían tenido algún problema por el nombre que les habían puesto, nos comentaron que sí. Cuando Progreso tuvo que solicitar una partida de nacimiento de Armonía, el funcionario de turno, propio de la época, se negó a extender el certificado de un nombre que no existía en el santoral. Los lógicos y buenos razonamientos de una persona culta como Progreso, anarquista y ateo, no pudieron prosperar ante la sinrazón del funcionario, que seguía empeñado en extender el dichoso certificado a nombre de Montserrat, nombre del santoral del día en el que nació Armonía. Aunque aquel día se vino sin la partida de nacimiento, posteriores intervenciones jurídicas (Progreso era un hombre obstinado en conseguir lo que deseaba si él lo consideraba justo), alcanzaron lo razonable: la partida de nacimiento a nombre de Armonía.



Entre los numerosos libros que nos han entregado es difícil de resaltar alguno, todos son joyas, pero especialmente podríamos citar el que fuera traducido y prologado por Anselmo Lorenzo, y publicado a principios de siglo en Valencia por la editorial Sempere, Historia de la ideas morales. Las grandes épocas hasta el siglo XIX, de Paúl Guille. Es un manifiesto deseo de la FAL que estén todas las obras escritas y traducidas por el compañero Anselmo Lorenzo en nuestra biblioteca, y poco a poco lo vamos consiguiendo. Progreso, además de amar la lectura, amaba tanto los libros que con grandes esfuerzos fue, a lo largo de toda su vida, encuadernando los libros que no tenían buena cubierta. Su deseo era que perduraran en el tiempo para que siguieran siendo semillas de libertad. Cada libro invita a la reflexión para conocer esta sociedad y para poder caminar hacia un mundo más justo, solidario, sabio y libre. No puede haber emancipación sin sabiduría. En la Fundación serán de utilidad para seguir el deseo de Progreso; no producir seres "clonados", como puede venir haciendo la televisión, sino personas que piensen. La lectura es un camino de libertad.



Hace unos años, cuando aún contábamos con pocos documentos, era una gran ilusión para nosotros el ir a recoger las bibliotecas y hemerotecas que nos ofrecían los compañeros e ir llenando las salas habilitadas para este fin. Ahora, cuando nos llaman, la ilusión permanece pero surgen más inquietudes, preocupaciones e inconvenientes, que las propias de los inicios. La Fundación ha crecido y empezamos a tener problemas de espacio. La conservación del documento, sobre todo la que está en soporte de papel o celuloide, es muy delicada: la luz, el calor y la humedad son tan enemigos del papel como el anarquismo del Estado. La posible salida, que era ampliar y acondicionar adecuadamente otros espacios en el edificio de Villaverde, que es donde está ubicada la Fundación, se va a demorar. Una serie de grietas en la estructura nos impiden, con la celeridad y economía que deseamos, el habilitar un espacio adecuado para la acogida de estos tan queridos documentos históricos del anarquismo; textos para no olvidar, por mucho que la historia oficial se empeñe en hacerlo. La otra posibilidad, la de trasladarnos a un edificio más céntrico y adecuado de la ciudad, tampoco, al menos de momento, ha prosperado.



Aún con todos estos inconvenientes, el ánimo de los compañeros es el de seguir adelante y que la Fundación sea el centro que todos deseamos.







Muchas gracias a Armonía y Libertad por haber hecho realidad la voluntad de su padre. Por nuestra parte sólo queda que el sueño de Progreso se haga realidad: que estas semillas de libertad sigan germinando en nuevos lectores.